miércoles, 30 de enero de 2008

Yo soy mi ADN


¿Qué es lo que nos hace humanos? Ante preguntas que tocan los límites de nuestra razón lo único que podemos hacer es encogernos. Me refiero a la posibilidad de definir lo que es el ser humano, definir es poner límites, ¿Cómo definirnos a nosotros mismos si ni siquiera nos conocemos? Podemos decir que el hombre es un ser racional o pensante, pero esta definición presenta algunas carencias, ya que a una persona con fuertes discapacidades seguimos tratándola como tal, pese a que carece de una lúcida racionalidad. En el libro de Dick, Blade Runner (Sueñan las...), los personajes se entremezclan con andrillos (androides) cuyas capacidades son muy cercanas a la de las personas, de hecho su simple detección ya supone un problema. La ciencia y la técnica llegan a un grado de desarrollo muy avanzado, y aunque de forma artificial, llega a crear seres humanos. No son humanos, ellos salen de fábrica, pero en cuanto forma y modo de comportarse actúan como tal. Para la gente tan solo son androides, son máquinas, da igual que tengan recuerdos, pues no son auténticos, son implantados en su memoria y les hace creer en que tiene una identidad construida. Parece que si no somos paridos como la forma tradicional carecemos de categoría humana. ¿Qué pasará entonces con el primer clon? ¿O es que como las herramientas utilizadas para su creación nacen de un laboratorio que trabaja en base a su ADN le hace ser hombre? ¿Acaso es la genética y el ADN lo que nos hace personas? Una de las cuestiones que se me plantea con más fuerza es el hecho de que conseguir un mismo producto por diferentes caminos hace que el producto sea diferente. Me explico, el hecho de que los "andrillos" hayan sido fabricados, les veta de cualquier tipo de derecho y son acribillados sin despertar compasión alguna en sus depredadores, precisamente los humanos. La piedad humana no se ve compartida si lo que en frente tiene es un androide. Les despojan de todo derecho por su condición de máquina, pese a que ni ellos mismos saben que lo son, ni cuando ellos consiguen experimentar unas sensaciones y pasiones tan intensas como las humanas.

 Parece que el origen de uno le marca el camino del destino, y por el hecho de ser fabricados y de gastarse podemos hacer con ellos lo que nos plazca. Aquí es donde mi pensamiento llega a un punto crítico, y es el de los derechos de los andrillos. En el supuesto caso, de que yo viviera en el mundo de Dick, y me encontrase con unos seres, fabricados en serie, pero que manifiestan las dimensiones de la persona, se me plantea ¿por qué tratarle como diferente debido a su proceso de creación? ¿Qué tecnología más avanzada que la propia naturaleza? Nosotros nacemos con la implantación de un espermatozoide en un óvulo que forma un cigoto, este crece y se desarrolla hasta alcanzar una madurez y…. Ellos nacen con la implantación de unos microchips y cableado en un chasis humano, y es precisamente su origen lo que les margina. Los humanos apelamos a la autenticidad, diremos que esos androides tienen una vida in-auténtica, y despreciaremos su condición “vital” o su condición “técnica” a pesar de la riqueza y complejidad que las mismas alcanzan.




Tambien en la serie japonesa Ergo Proxy, Pinoko, un androide de compañia, se ve infectada por un virus, "el cogito" que le hace empezar a a tener inquietudes humanas, Se compadece de su amo y demuestra su gusto por la música, se divierte y quiere jugar, siente curiosidad y se pregunta por su persona, acaba adquiriendo "logos", cosa impensable en un droide. Pinoko, por accidente (o no) acaba llevando la misma cuestión que Dick plantea, y esa son los límites de nuestra propia identidad y actividad. Nuestra huella humana, que a este paso será el ADN.