sábado, 28 de noviembre de 2009

Nietzsche: estética y vida.


La estética es la forma en que tenemos de tratar con el mundo. A menudo los vocablos amplios se vacían de significado, es el caso de "estética" o "cultura", e infinidad de otros. La vida sólo se vive una vez, o eternamente. Es nuestra mayor empresa, nuestro más preciado tesoro. El tiempo corre, uno elige y esta se abre camino con fuerza, sin preguntas, sin respeto, a veces de nuestro lado, otras veces en nuestra contra. ¿Pero acaso no lo sabemos ya?¿Acaso no estamos acostumbrados ya desde que nacemos a ello? Si, pero acostumbramos a olvidar, acostumbramos a no aceptarla, a no abrazarla.¿Quién querría aceptar los malos momentos, en los que uno se siente agitado y aplastado por la misma?¿Quién querría en su sano juicio rememorar los peores momentos que uno ha padecido? Nadie en su sano juicio. No se trata pues de ser un sadomasoquista, ni abrazar el dolor y el sinsentido. ¿Pero quién ignora que para que algo crezca con fuerza y esplendor no padece en el camino?¿Quién al contemplar un árbol florecido no cae en la cuenta de que padeció el otoño sin hoja, y el árido y frío invierno antes de emerger con tanto ímpetu y vigor? La vida no tiene sentido sin dolor, sin queja, sin camino...

Pero la vida es inabarcable, impredecible, rica y amplia, tan amplia que no se puede verbalizar ni abarcar mediante la lengua escrita, no podemos definirla en su totalidad, ni ponerle límites, siempre dejamos algo fuera, es cambiante, es puro movimiento, puro nervio que sale con ritmos discontinuos, que expresa lo inexpresable e inabarcable. Eso no significa que no sepamos nada de ella, sabemos mucho, y a menudo olvidamos lo que aprendemos de ella. La vida se escapa de toda forma, aunque sepamos de que esta hecha.

En toda esta vorágine de acontecimientos nos toca bailar, nos toca danzar, como si de un teatro se tratase. Como personajes sobre el escenario, pero sin un guión determinado y sin ficción, sino con sangre y vino, perturbación y ligereza, como la noche y el día...
Ante esa contraposición luz-oscuridad nos desenvolvemos, algunos con más gracia que otros, unos con más fortuna que desgracia. ¿Cómo colocar la balanza de nuestro lado, sin que a la vez podamos dejar nada fuera? Viviendo. No dejando que la vida viva nuestra vida. Gracias a Zeus nuestra vida cotidiana no suele desenvolverse entre grandes abismos ni decisiones existenciales, se desenvuelve, válgame la redundancia, en lo cotidiano, lo manejable, lo que podemos optar a enriquecer,a moldear para dar forma.

Pensemos...¿Vives tu vida o te has dejado vivir por ella? ¿Has decidido?¿Has elegido? Imagina que un demonio se aparece ante ti, y te cuenta que toda tu vida la vas a vivir una y otra vez, exactamente igual, que todos los actos y decisiones que has tomado en torno a ella se repetirán eternamente, como un reloj de arena, al que le damos la vuelta una y otra vez finalice el ciclo. ¿te haría gracia la idea?¿La tomarías con vigor o te desampararía? En tu respuesta se halla el veredicto ¿Cuantas veces somos prisioneros de una celda en la que nosotros mismos nos hemos encerrado? ¿Cuantas veces elevamos nuestra queja cuando tenemos lo que hemos buscado? ¿Cuantas veces nos hemos visto envueltos en situaciones que condenamos habiendo sido nosotros los que la hemos provocado? ¡Elige, vive tú! Ama lo que haces o no vivirás, contemplate con alegría cuando te mires a ti mismo. Aléjate de etiquetas culturales, de elementos ajenos que te petrifican tallando lo que es propiamente tuyo y arrebatándote tu preciado tiempo, tu preciado tesoro.

No temas a Dios, ni a las exigencias de un Gran Hermano social que dirija tus actos y aspiraciones, no dejes que usurpen tu papel en el escenario, cada uno es el protagonista de su obra, y muchas ocasiones (no en todas) dejas que te escriban el papel. ¿La muerte? ¿Quién no ha pensado en ella? Atemoriza... Sobretodo a aquellos que no han hecho lo que han querido por sí mismos, a aquellos que no están satisfechos con el cuadro que han pintado. La muerte deja de atemorizarnos cuando se ha consumado la vida. Vuelvo a repetir ¿Has vivido tu vida o te has dejado vivir por ella? Contempla tu fuerza, tu voluntad de poder poner, de poder crear, de poder crecer, de poder hacer donde es difícil hacer, si así no fuese ¿qué valor tendría? ¿Acaso sería "buen" hacer? ¿Buen decidir? No sería nada de eso... Por eso la existencia es dura, y esta hecha y preparada para los espíritus fuertes, para aquellos que no caen en la inmovilidad, en el miedo, en el primer obstáculo que sobreviene sobre nuestras cabezas. No importa cuantas veces te caigas, lo importante es volver a levantarse, decía el Murciélago. Esa es la senda, esa es la actitud, esa es la estética de la vida, tu decisión de hacerte, de embellecer lo que tocas, el dibujo, el motivo de un artista, de poner algo donde antes no había nada. Eso es la acción, la elección, la sabiduría de Apolo, la ligereza, la elevación, la consumación de la existencia.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Nietzsche: estética y ética.


Lejos de la interpretación de la ética de Nietzsche, basada en la sobreabundancia de fuerzas, la falta de compasión, el conocimiento de uno mismo, y la experimentación del cuerpo como punto de partida, se encuentra su indisoluble vinculación con la estética. El último Nietzsche, que ya no es filósofo del martillo destructor, sino que aprende a reír como enseña Zaratustra, nos muestra que la estética y la ética tienen que ir unidas, una estética por sí sola produce efectos contrarios. En el capítulo "del camino del creador" del Zaratustra, nos enseña como danzar y establecer nuevos límites por encima de nuestras propias estrellas, esta cualidad va vinculada a la vida como forma artística plasmada en actos.

 No se reduce a un bendito escepticismo de no creer en nada, pues una vez creas tus propios valores, estos deben fundarse en tablas y tú, como forjador de nuevos valores, someterte con terrible fuerza a ellos. Todos toman a Nietzsche como un relativista, en el que todo vale, y en cierta forma es así, pero sólo en parte, ya que el relativismo moral una vez desenterrado, si adquieres la suficiente fuerza, debe tornarse en ley para uno mismo. El que busca destruye, para elevar unas nuevas tablas a la que someterse, de ahí que indique si seremos capaces de ser jueces y verdugos de nuestra propia ley. El todo vale ya no sirve, pues la tensión del arco va dirigida a un nuevo punto personal al que someterse con extreme firmeza, fruto del aumento de fuerzas o voluntad de poder. No es el hoy hago una cosa y mañana otra, por eso decir que Nietzsche es relativista moral, es a toda mira, incompleto. Es un ir y volver sobre uno mismo.  

"Ay, existen tantos grandes pensamientos que no hacen más que lo que el fuelle: inflan y
producen un vacío aún mayor. ¿Libre te llamas a ti mismo? Quiero oír tu pensamiento
dominante, y no que has escapado de un yugo.
¿Eres tú alguien al que le sea lícito escapar de un yugo? Más de uno hay que arrojó de
sí su último valor al arrojar su servidumbre.
¿Libre de qué? ¡Qué importa eso a Zaratustra! Tus ojos deben anunciarme con claridad:
¿libre para qué?
¿Puedes prescribirte a ti mismo tu bien y tu mal y suspender tu voluntad por encima de
ti como una ley? ¿Puedes ser juez para ti mismo y vengador de tu ley?"

Hoy la estética no es que esté abandonada de la ética, es que es esclava del consumo, la utilidad y el beneficio. Los grandes genios del pasado, esos tipos raros que salen una vez cada mucho tiempo y que su legado eleva un paso a la humanidad que se vuelve benefactora de su obra, no pueden emerger ni producir bajo los nuevos parámetros sociales dirigidos por las masas. El resultado de lo que ves es fruto del igualitarismo social pretendido por unas democracias falaces y rendidas ante el consumo, el pan y el circo, los mass media y los programas del corazón, en los que se inculca una estética barata y por supuesto, alejada de la ética, desvinculándola, matándola y jugando con ella como si se tratase de simples canicas, aunque de lo que hablamos es de personas. La estética no se debe reducir a contemplación de elementos, esta actúa directamente sobre la vida, como creadora y posibilitante de una existencia más plena y fuerte. La estética implica acto, creación, praxis, implicación, intervención en lo real, decisión, partido, mojarse, situarse, posicionarse... Desde el individuo, cada uno en cada caso. Estética y ética de la praxis vital, intrínsecamente unidas, hermandadas y concebidas, personal y sometida al dominio del individuo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Nietzsche: estética y creación.



La creatividad es la fuerza que puede encauzar al hombre a salir de la cueva donde él sólo se ha metido. El nihilismo que acecha a la decadente cultura en la que nos hallamos inmersos sólo puede ser superado a través del acto creador. La estética se convierte entonces en el vehículo que nos puede transportar fuera de esas terribles fronteras de la nada, donde oscuridad y ausencia vibran, impidiendo al hombre ser lo que realmente está llamado a ser. El problema existencial, metafísico y cultural al que se ve sometido el hombre actual sólo puede ser evadido tomando la estética cómo valor sobre el que gira nuestra existencia. El acto creador, que desata las fuerzas de una existencia más alegre y liviana, es uno de los puntos de partida más excelsos a los que podemos agarrarnos para elevarnos sobre los males de este mundo, para embellecer la existencia y hacerla más ligera y alegre. Evidentemente aquí no hablamos de crear un velo que ignore toda la penuria propia del mundo que habitamos. Ese fondo existencial donde el hombre sólo encuentra el frío y el dolor, la incapacidad y negación. De lo que aquí se trata es de afirmar todas esas características que conforman la vida, y una vez abrazado y aceptado las condiciones de la existencia, la estética es la estrategia para embellecer la vivencia que sin arte alguno sería enfermiza y desquiciada. El hombre crea para embellecer esa existencia que en estado puro atosiga y constriñe con inusitada violencia. Cuando hablo de creación no me refiero sólo a producción artística, sino a mecanismos personales que nos ayuden a superar la tensión dialéctica entre lo "bueno" y lo "penoso" que puede ofrecernos la realidad, inclinando esa balanza hacía lo que nos procura un vida más fértil. Por eso todo acto creador, todo acto de vida, es el punto de partida de un hombre que busca más allá de cualquier obstáculo, disfrutar de la vida, sin dejar nada fuera, sin dejar nada de lado. Acción frente a pasotismo, creación frente a nada, forma frente a sinsentido, lucha frente a rendición, vida frente a nihilismo. Abrirse la cabeza, interrogarse a uno mismo, cuestionarse el mundo, las categorías culturales, las formas de escape de una existencia pobre y que no conduce más que a automatismos, son las claves para constituir el telón sobre el que actuar, sobre el que crear, sobre el que embellecer, sobre el que vivir... La vida es arte, y ese arte remite a esa vida, como pez que se muerde la cola, pues el impulso creador de la vida es el que el arte debe manifestar, remitiendo de nuevo a la vida como obra artística. Así el arte se convierte en medio de sobreabundancia de vida, tomando el actor creador como volcán que estalla en su esplendor.