lunes, 4 de febrero de 2008

El mundo en que vivimos es...

No podemos predecir el futuro, no tenemos imaginación para ello. Las películas futuristas siempre padecen un holocausto, o comienzan en el post-holocausto. Muerte y destrucción atraen al gran público. La imaginación no nos pone en buen lugar, despues del desastre volvemos al comienzo, la naturaleza se vuelve sacra y el hombre busca su autenticidad, pero todo es demasiado tarde. Que nefastos acontecimientos predicen las películas para cortejar al público, sediento de sangre fresca para sus ojos. Imágenes de lo que nos puede esperar, el veneno y el antídoto lo tenemos en mano, sólo hace falta joderla. Quizás Hollywood tenga razón, eso si que me joderia, pero el discurso futurista sólo tiene dos vertientes, la destrucción y el totalitarismo, es decir, aniquilación del individuo. No somos capaces de imaginar un futuro mejor, una alternativa medianamente fiable, eso causa estragos, y puede ser sintoma de abatimiento de toda una civilización entregada a sus monstruitos.

Abundancia de miseria y miseria de abundancia... No vamos por el buen camino, y como todos sabemos, los sueños de la razón producen monstruos. No quiero ser pesimista, pero a veces uno piensa y se queda sorpendido con algunas cosas. Hay gente que se muere de hambre y otros preocupados por tener un Ipod, o cualquier mierda que a veces se nos pasa por la cabeza.



Que nosotros vivamos en la miseria no ayuda nada, eso ya lo se, pero desde luego estamos entrando en una barbarie tecnológica, donde nuestro sentido de la compasión se ve totalmente aniquilado. Es muy jodido la verdad, y eso que yo estoy comodamente escribiendo esto aquí... Bueno, aunque no podamos vivir utópicamente, tampoco debemos olvidar de lo que pasa en el mundo, y saber valorar en todo caso, lo que uno tiene. Lo real es suficiente, a ver si va cambiando, ciencia ficción hermanos, al menos un poco...

2 comentarios:

Javi dijo...

¡Muerte y destrucción, seeeeeeeee!

Javi dijo...

La sangre y lo inmediato están en nuestros instinos, en nuestra naturaleza. La muerte y el placer. Y la imaginación a menudo nos lleva a los extremos, a lo total al bien o a mal absoluto, a la destrucción.
Sólo que el mal es más peliculero.
¿Es la nada el equilibrio absoluto?¿la perfección? ¿el orden total y el bien?