martes, 19 de enero de 2010

Follow me around.

Nietzsche y Schopenhauer.


Esta entrada está dedicada a mi hermana Inés, en su interés por comprender un poco más de cerca la literatura del siglo XIX y dos de sus grandes figuras, Schopenhauer y Nietzsche.
Nietzsche nos legó a temprana edad una de las obras más importantes de la literatura universal, "El nacimiento de la tragedia". Ella se la debe a dos personas que marcaron de forma definitiva su primera etapa de pensamiento, Wagner y Schopenhauer. En 1818 Schopenhauer publica "El mundo como voluntad y representación", y como su título predica afirma categóricamente que el mundo es representación y voluntad. Representación porque la realidad se muestra bajo un velo, no vemos el mundo tal y como es, sino de forma representada, una imagen distorsionada y distante, al modo de los prisioneros de la caverna platónica, que creían ver el mundo real cuando en realidad veían sombras y figuras distorsionadas que poco tenían que ver con la realidad misma. Por otro lado el mundo es principalmente voluntad. La voluntad es para Schopenhauer la fuerza que actua bajo el velo de la representación, el corazón de lo real, lo que mueve y desemboca en el devenir del universo, la génesis del cosmos que le insufla su modo de ser propio, el movimiento, las colisiones, la vida y la muerte, el crecimiento y el decaer de las cosas, la potencia que actúa de forma imparable y constante bajo el velo de la representación, la realidad misma que se ofusca ante nuestros ojos.

Para Schopenhauer la vida no es un tema agradable, así que nos dirá que la voluntad es dolor. Es dolor porque somos estirpe de la brevedad de la vida, es dolor porque el horizonte de la muerte juega con su presa antes de devorarla, es dolor porque estamos arrojados en una existencia que nos supera y no podemos comprender, es dolor porque hay dolor, y ese sentimiento tan profundo y desolador es algo que el romanticismo puso en relieve. Aquí la razón se queda muda ante el sentimiento que emerge frente los avatares de la vida. El proyecto ilustrado de la fe en la razón no es capaz de responder a las inclemencias que despierta la existencia. Esa es la base sobre la que Nietzsche levantará su obra "el nacimiento de la tragedia". Se valdrá de la voluntad Schopenhauariana y en su lugar colocará la figura de Dioniso, como metáfora de la existencia en su fondo radical.

Según Schopenhauer nosotros sólo podemos acceder a la voluntad a través del arte, el deleite artístico nos pone en contacto con la voluntad, aunque sea durante un breve periodo de tiempo. El arte desvela de forma efímera el latir propio del mundo. Nietzsche supera ese terror con la figura de Apolo, que arrebata sus armas a Dioniso (la voluntad) y permite superar el elemento pesimista poniendo un velo que embellezca la existencia. Apolo representa la belleza, el sueño, la distancia, la forma, el orden la rectictud... Mientras que Dioniso representa la embriaguez, el éxtasis, lo irracional, el cambio, las fuerzas transgresoras, el nacer y el perecer de las cosas, la danza y la música... Así que de la mano de Apolo el hombre es capaz de crear una bella ilusión que nos haga soportable la vida. Apolo nos brinda la oportunida de desplegar una bella apariencia que transforme el horrible eco dionisiáco en una experiencia agradable y ligera. La vía para lograrlo será beber de la vida con todos sus elementos (voluntad, Dioniso, lo Uno Primordial) y encontrar métodos y estructuras para transformarlas, bajo la apariencia e ilusión apolínea, haciendo nuestro viaje más llevadero y enriquecedor.

La vida se toma como fuente inagotable de de posibilidad para embellecer nuestro día a día, nos volvemos herramientas de la voluntad y le damos apariencia alegre y afirmativa. Ese es el camino para poder abrazar con infinito interés nuestra existencia, el modo en el que los griegos supieron ver la forma de sobreponerse a las terrible fuerzas del cosmos, enriqueciéndose, alegrándose y embelleciendo el mundo con el pincel de Apolo, que transfigura la terrible sabiduría de Dioniso y su acompañante Sileno (Sileno acompaña siempre a Dioniso y representa el pesimismo más radical, así que mejor no pararse a escuchar su voz).
Es así, a traves de la vía estética y artística de la vida, como Nietzsche supera a una figura tan influyente como Schopenhauer, en el camino que abre "el nacimiento de la tragedia".

lunes, 18 de enero de 2010

Trabajo e infelicidad.


El trabajo ha acompañado al hombre desde que tiene memoria. Es condición indispensable de todo ser. Ningún ser vivo sobrevive sin interactuar de una forma específica con el medio que garantice su supervivencia. Los animales buscan agua y buenos pastos, o zonas de próspera caza, o lugares donde poder cobijarse del frío o las inclemencias del clima. Rutas migratorias, adaptación al entorno... En el caso del hombre podemos pensar que en un pasado así fue, pero cuando nuestra óptica se torna en las sociedades contemporáneas el entramado es mucho más complejo.

Uno nace en el seno de la cultura occidental, y desde pequeño desarrolla mecanismos de aprendizaje, unos tienen que ver con el aspecto natural (ritmos alimenticios, aprender a llevar una buena higiene...) y otros son de corte cultural. Desde temprana edad nos llevan a la guardería, después al colegio donde aprendemos lo básico, más tarde aparece el instituto que nos abre las puertas a estudios más complejos, le sigue la universidad donde nos especializamos en materias con la finalidad de ganarnos la vida y poder aportar conocimientos a nuestra sociedad. Desde la infancia se proyectan unos valores y pautas sociales de un desarrollo que todos deberíamos seguir, una oportunidad para entrar en el mundo adulto con la cabeza bien alta. Tras veintitantos años de preparación e inculcación de conocimiento uno sale al gran circo de la vida, lleno de herramientas de supervivencia para el sistema del que hemos amamantado. Pero ocurre algo muy curioso que desemboca en una total frustración, una profunda sensación de que nos han engañado, de que las cosas no funcionan tal y como nos habían enseñado. Es el nihilismo que Zaratustra profetizó, el distanciamiento de los valores y la pérdida de referencia en un mundo que creíamos conquistado, donde el avance y la productividad es lo que importa a cualquier precio, aunque ese precio sea nosotros mismos.

Nos encontramos con una competitividad exacerbada, irritante, donde los trabajos no están acorde a nuestra cualificación ni espectativas, donde las ideas implantadas en la universidad sobre lo que debería ser nuestra función social se desmoronan, donde los jefes y ejecutivos nos tratan como oficinistas e infravaloran nuestras capacidades. Donde el funcionamiento de las esferas laborales contradicen toda la serie de valores que nos han impreso, donde la persona se hunde, se deprime ante la velocidad en que se desarrolla los acontecimientos, donde la dimensión profesional se vuelve una carga, y el miedo y la parálisis a quedar fuera del juego se apodera de la esfera personal. Donde el autoengaño y la robotización de la vida desemboca en tristeza e impotencia. Donde el éxito profesional no está de ningún modo vinculado a la felicidad, donde el estrés y el cansancio salen a flote y uno se pregunta si ese es el verdadero precio que hay que soportar para alcanzar la felicidad. Largas jornadas laborales de un trabajo poco reconocido y que poco tiene que ver con ser útil a los demás, pérdida de confianza en unos jefes que contradicen los valores iniciales que proyecta una empresa. Un entorno donde los propósitos e ideas se desmoronan en una gran rueda que nos ha llevado a unos indices de depresión, de frustración personal y falta de esperanza en los que nunca esperamos vernos sumergidos. Millones de "Masters" que prometen lanzarte a la arena para cumplir unos objetivos solidarios y necesarios para luego hundirte en el fango de una situación que no se sostiene.

En un ambiente así, la búsqueda de la felicidad tiene que verse despojada del miedo, de no concedernos el lujo de vivir como otros desean que vivamos, de no ceder ante lo dado, lo impuesto, de reflexionar sobre lo que uno quiere, apartando la mirada de la razón técnica y científica que rigen los parámetros culturales del momento, olvidando otras esferas del ser humano que necesitan enriquecerse con la misma fuerza. El hombre no busca sólo sobrevivir, el hombre busca la felicidad, empresa ardua en cualquier época y momento y tiene que ir acompañada de un trabajo, de un hacer, que recupere la pasión adormecida. Trabajar para cubrir las necesidades reales, desenmascarando las que no lo son. No hay nada irreversible, nunca es tarde para preguntarse y atreverse a cambiar, nadie dijo que sea fácil, pero uno nunca será feliz si no ama lo que hace.

jueves, 14 de enero de 2010

La risa del comediante.


La vida no deja de ser una broma, y como tal no hay nada mejor que la risa. Es un elemento esencial para hacerla más llevadera, más ligera, lugar donde refugiarse ante la incomprensión, ante donde no podemos llegar, pese a nuestro deseo de alcanzar. Ante los espíritus pesados, ante la conformidad sólida e inamovible de las visiones cerradas y seguras, lo mejor es reír. Fuera de seguridades, fuera del reposo que ofrecen algunas esferas que pretenden alcanzar lo inalcanzable ¿qué mejor que la risa?. La risa hace llevadero el absurdo. La risa es ligera y se eleva sobre el sinsentido, la duda, las cuestiones sin respuesta. Acompaña a los espíritus libres, a aquellos cuya pretensión no va más allá de su propia vida, que la abrazan, junto a su pecho. La risa que permite cantar alrededor del fuego, que quema y hace arder los corazones de la gente, que incita a la danza y al juego frente a la hoguera. No hay secretos para la risa, no hay obstáculos, pues se regodea de ellos, se libera de las pesadas cadenas de la finalidad y sus descuidos.

"La risa hace la vida posible y, con ella, una existencia auténtica" Philonenko...

O como dice mi amigo y mentor Luis Enrique de Santiago Guervós:
" La risa es una especie de armadura que protege contra los insultos, las incomprensiones, los desprecios, cuya fuerza crítica es la promesa del devenir, la esperanza de una apertura siempre posible, el signo de transgresiones próximas, de insolencia clara y alegría del futuro... También expresa el proceso de destrucción. La risa arruina el sentido, nos pierde en la medida en que destierra a los maestros de la finalidad, privándonos de razones, metas y explicaciones... Esta asociación de la risa con el espíritu libre descubre su modo de ser propio en el mundo... Es un modo particular de ser de la conciencia afirmativa de sí en un mundo que ella descubre como violento, absurdo o indiferente a su destino. Frente a la tristeza del absurdo y del sinsentido de la risa reafirma nuestro pacto con la vida y la cultura de la vida... Es ella una reacción sana frente al sufrimiento..."

Así pues, reír hermanos míos...