Esta entrada está dedicada a mi hermana Inés, en su interés por comprender un poco más de cerca la literatura del siglo XIX y dos de sus grandes figuras, Schopenhauer y Nietzsche.
Nietzsche nos legó a temprana edad una de las obras más importantes de la literatura universal, "El nacimiento de la tragedia". Ella se la debe a dos personas que marcaron de forma definitiva su primera etapa de pensamiento, Wagner y Schopenhauer. En 1818 Schopenhauer publica "El mundo como voluntad y representación", y como su título predica afirma categóricamente que el mundo es representación y voluntad. Representación porque la realidad se muestra bajo un velo, no vemos el mundo tal y como es, sino de forma representada, una imagen distorsionada y distante, al modo de los prisioneros de la caverna platónica, que creían ver el mundo real cuando en realidad veían sombras y figuras distorsionadas que poco tenían que ver con la realidad misma. Por otro lado el mundo es principalmente voluntad. La voluntad es para Schopenhauer la fuerza que actua bajo el velo de la representación, el corazón de lo real, lo que mueve y desemboca en el devenir del universo, la génesis del cosmos que le insufla su modo de ser propio, el movimiento, las colisiones, la vida y la muerte, el crecimiento y el decaer de las cosas, la potencia que actúa de forma imparable y constante bajo el velo de la representación, la realidad misma que se ofusca ante nuestros ojos.
Para Schopenhauer la vida no es un tema agradable, así que nos dirá que la voluntad es dolor. Es dolor porque somos estirpe de la brevedad de la vida, es dolor porque el horizonte de la muerte juega con su presa antes de devorarla, es dolor porque estamos arrojados en una existencia que nos supera y no podemos comprender, es dolor porque hay dolor, y ese sentimiento tan profundo y desolador es algo que el romanticismo puso en relieve. Aquí la razón se queda muda ante el sentimiento que emerge frente los avatares de la vida. El proyecto ilustrado de la fe en la razón no es capaz de responder a las inclemencias que despierta la existencia. Esa es la base sobre la que Nietzsche levantará su obra "el nacimiento de la tragedia". Se valdrá de la voluntad Schopenhauariana y en su lugar colocará la figura de Dioniso, como metáfora de la existencia en su fondo radical.
Según Schopenhauer nosotros sólo podemos acceder a la voluntad a través del arte, el deleite artístico nos pone en contacto con la voluntad, aunque sea durante un breve periodo de tiempo. El arte desvela de forma efímera el latir propio del mundo. Nietzsche supera ese terror con la figura de Apolo, que arrebata sus armas a Dioniso (la voluntad) y permite superar el elemento pesimista poniendo un velo que embellezca la existencia. Apolo representa la belleza, el sueño, la distancia, la forma, el orden la rectictud... Mientras que Dioniso representa la embriaguez, el éxtasis, lo irracional, el cambio, las fuerzas transgresoras, el nacer y el perecer de las cosas, la danza y la música... Así que de la mano de Apolo el hombre es capaz de crear una bella ilusión que nos haga soportable la vida. Apolo nos brinda la oportunida de desplegar una bella apariencia que transforme el horrible eco dionisiáco en una experiencia agradable y ligera. La vía para lograrlo será beber de la vida con todos sus elementos (voluntad, Dioniso, lo Uno Primordial) y encontrar métodos y estructuras para transformarlas, bajo la apariencia e ilusión apolínea, haciendo nuestro viaje más llevadero y enriquecedor.
La vida se toma como fuente inagotable de de posibilidad para embellecer nuestro día a día, nos volvemos herramientas de la voluntad y le damos apariencia alegre y afirmativa. Ese es el camino para poder abrazar con infinito interés nuestra existencia, el modo en el que los griegos supieron ver la forma de sobreponerse a las terrible fuerzas del cosmos, enriqueciéndose, alegrándose y embelleciendo el mundo con el pincel de Apolo, que transfigura la terrible sabiduría de Dioniso y su acompañante Sileno (Sileno acompaña siempre a Dioniso y representa el pesimismo más radical, así que mejor no pararse a escuchar su voz).
Es así, a traves de la vía estética y artística de la vida, como Nietzsche supera a una figura tan influyente como Schopenhauer, en el camino que abre "el nacimiento de la tragedia".
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