domingo, 13 de septiembre de 2009

Pinceladas a Ortega, la elección.


Para Ortega la vida es elección, es un hacer. Su generación anterior estaba arraigada al pesimismo, a lo trágico, era la generación del 98 que había sido educada para vivir de una forma totalmente diferente a la que luego se encontraron. Sobre ese sentimiento trágico Ortega levanta la vista, toma la vida y se impulsa sobre ella. Relato autobiográfico, quehacer constante en la circunstancia, uno está forzado a elegir u otros lo harán por ti., porque la vida es elección constante, no elegir es ya elegir. La excelencia hoy en día parece que se ofusca, que se oculta, pero algo me dice que sigue ahí, no brilla con la misma fuerza que en el pasado, antes se elogiaba y se enaltecía. Ahora no, el foco mira a otra parte, el ojo de las masas que se fija en lo efectista, en lo efímero, en lo dado, no ven la excelencia más que en la aprobación general, en su legitimación para defender su visión zafia y cutre de la vida deseada. No habla de clases de personas, habla de cualidades, Ortega no es un clasista. Frente a ese espíritu amorfo esta la elección, la excelencia de tirarse a la piscina, de bajarse del caballo, de no seguir a la manada, de no desear siempre pisar sobre suelo firme, pues así no caminaremos más lejos que de nuestra propia casa. En relación con Nietzsche la masa es nihilista, toma la forma de lo dado, no se gesta, se aliena, se limita a sí misma, no se interroga, no se cuestiona, en su horizonte siempre están los otros. Mirada corta, mirada tuerta, aceptando lo impuesto, no se agitan, absorben pero no crean, toman la medida de una realidad mutilada, están perdidos, están sordos, no quieren oír ni escuchar, tienen miedo, tienen hambre de lo que jamás calmará su hambre. Tenemos lo que queremos, y en el fondo cada uno lucha contra sí mismo. Si Ortega y Nietzsche levantasen cabeza de la tierra que los sepulta, se asustarían de la tremenda razón que promulgaban, les costaría ver cuanta razón tenían, ante todo eso que recuerda a Orwell. Tenemos la elección, nuestro camino, el forjado, el elegido, no el autoimpuesto, sino el deseado, el luchado, generado desde las entrañas de uno mismo, el auténtico según cada uno. Elige pues, busca respuestas, pero elige, pues la vida es elección y hay que currarse la elección, que no se mide exclusivamente por los resultados, sino por la impronta personal, la sinceridad con uno mismo, la valentía de acatar un deseo que nos esculpe como hombres.

3 comentarios:

Javier Iglesias dijo...

no elegir es elegir.

Con esta frase les daría yo en la boca a muchísimos que simplemente se sientan a ver la vida pasar.

O aquellos que se quejan de todo y de todos, pero en realidad no aportan nada y nunca cambiarán su estatus porque tienen miedo a lo que hay fuera, por mucho que critiquen lo que hay dentro.

Esos son los peores.

Acrobata dijo...

De Ortega se me viene a la cabeza siempre la referencia a la etimología de ascésis (elevación), excelencia, nobleza en la exigencia, ir más allá. En contraposición al hombre-masa. Quieto, insensible, satisfecho.

La descripción terroríficamente premonitoria de la ascensión de las masas en nuestra sociedad. La consagración de lo mediocre, de la ignorancia, como óptimo, válido, superior.

Y, después de este fin de semana en la fiesta del marisco de O Grove, tengo que darle la razón, porque todo está lleno.

Miguel Fanjul Martínez dijo...

Recordar que la acción es la que marca al hombre, la acción es aquello que deja huella en eso que llamamos vida, el quehacer humano como motivo de explayarse en la existencia, darle un sentido otorgado al hacer. La acción de la que hablaba Spinoza, Nietzsche y muchos otros.