miércoles, 12 de agosto de 2009

Logos Tecnológico

¿Existe un logos tecnológico? o dicho de otra manera, ¿puede la tecnología reflexionar, tener conciencia? ¿Podría llevar a cabo un robot tareas creativas o adaptativas propias del ser humano?... Nuestras sociedades avanzan a un ritmo vertiginoso, nuestro desarrollo se dispara pero eso también implica riesgos, ya que nos cuesta pensar una realidad tan cambiante y tan dispar. La ventaja de hablar del futuro es que nos permite plantear situaciones que de momento no han ocurrido, por eso podemos imaginar que en un futuro las máquinas puedan tener conciencia, o evolucionar por si solas sin la intervención humana. Los límites entre hombre y máquina se disolverían, nos costaría distinguirnos, que en todo caso es definirnos ante un nuevo ente con conciencia. Quizás deberíamos ampararles con derechos, o quizás nos destruyan, pero plantearía graves problemas de identidad como especie humana tal y como la planteamos hoy. Otra opción es el transhumanismo, quizas un cambio más gradual con la implantación de tecnología en nuestro propio cuerpo que aumenten nuestras capacidades, un ojo con zoom, o un brazo capaz de levantar 3 toneladas de peso.La posibilidad de que la conciencia sea transferida a una base de realidad simulada o a un ente no biológico. Entre estas opciones la literatura de ciencia ficción, que algunos ineptos han declarado "baja cultura", es la única que ha ofrecido planteamientos y luces a posibles acontecimientos en nuestro desarrollo histórico. Dicho de otro modo, la "baja cultura" consigue dar respuestas donde la "alta cultura" guarda el silencio.

La estética planteada en estos relatos, propios de Asimov, Otomo, Shirow Masamune o K.Dick suele señalar del peligro (y a la vez la gran oportunidad) que corre la humanidad de destruirse a sí misma, o de alzarse a un puesto más elevado. Básicamente todos los relatos futuristas empiezan en un postholocausto, o se produce un holocausto, la tierra queda dañada y hay daños irreversibles: Matrix, Blade Runner, Akira, Ergo Proxy...Espero que esto sea más recurso literario que otra cosa, y aguardo un papel más luminoso a la humanidad. Las amenazas difieren según la historia, puede ser un desastre nuclear, un levantamiento de la naturaleza, meteoritos, gases venenosos y enfermedades... Pero lo que en el fondo se expresa es la necesidad de llevar cautela ya que con nuestra tecnología actual, las decisiones erroneas pueden ser fatales, globales e irreversibles, o lo que ahora nos interesa más, que las máquinas adquieran un logos que ha sido patrimonio de la humanidad desde que tenemos conciencia.
Esta actitud pesimista del futuro de estos relatos, viene suscitado por el presente que viven los autores, el mundo y sus posibilidades. Para ellos el futuro es el presente aún no realizado, es la proyección de la situación actual la que les lleva a pensar ese futuro, y dicho sinceramente no es muy alentadora.Es un futuro asolador. La nano y macrotecnología, riesgos a nueva escala. Estamos al acecho de nuestros actos, el lobo sigue siendo un lobo para el hombre, guardémonos de nosotros mismos, estémos con la mirada atenta para que lo que viene nos haga más grandes, que establezca nuevos límites que impulse nuestra mirada más allá de lo que podemos alzarla ahora. Son meras advertencias de lo que podría ocurrir si salen mal las cosas, pero todavía no han ocurrido, así que estamos a tiempo de hacer una buena gestión del asunto.


Pero lo que aquí se plantea es que la inteligencial artificial pueda llegar a convertirse en inteligencia artificial emocional. Las emociones y sentimientos tan propios del ser humano proyectadas a través de un chip, procesador o conjunto de cables. El Dalai Lama afirmó en una conferencia que si los ordenadores pudiesen tener conciencia podrían reencarnarse, o verse sujetos al Karma al igual que el resto de criaturas del cosmos. Estamos a las puertas de lo que podría ser una revolución científica, pero esta vez más humana que científica. La tecnología conforma nuestra realidad actual, no debemos temerla, debemos gestionarla con inteligencia y sentido común, la tecnología como una extensión de nuestras posibilidades vitales. La imagen de la capilla Sixtina, donde Dios toca con su dedo a Adán es una metáfora perfecta de lo que las tecnologías pueden ser para el hombre, sustituyamos a Dios por el hombre y al hombre por las tecnologías, estás serán una prolongación de lo humano. Este aspecto cuesta verlo hoy en día, las máquinas parecen frias, aparatos formados por complejos sistemas pero que no forman una unidad común, no son tratados como seres podríamos decir, sino como chatarra, algo se te estropea y lo cambias. Esta mirada no se sostiene si el desarrollo al que todo apunta llega a su conclusión, las primeras máquinas intentaban hacer los trabajos que resultaban más arduos para el ser humano, pero hemos llegado a un punto en el que se intenta implantar en las máquinas la verdadera esencia del ser humano, llámalo sensibilidad, emoción, conciencia o logos. La categoría de lo humano se volvería muy difusa, ¿Qué más da cables que venas? ¿Qué más da un corazón que una bateria? Ante la salida a flote de un logos tecnológico nos tocaría lanzar una profunda mirada sobre la naturaleza, el hombre, los derechos, los afectos, los sentimientos... Una nueva ontología de la tecnología como configuración de la realidad en un sentido mucho más profundo de lo que hasta ahora hemos conocido. No hablo de sustituir máquinas por seres humanos, ni de invertir los valores establecidos hacia las mismas, sino de hacer una profunda revisión de los límites de lo humano, y de ver que para nosotros la tecnología es el fuego de Prometeo robado a Zeus. Ante la instauración de un nuevo estadio, dotando a las máquinas de logos, estaríamos haciendo al ser humano más de lo que ya es, ya que no es un agente externo lo que se instaura, sino un "ser" como prolongación de lo propiamente humano, la tecnología en su cenit, al que yo llamo "logos tecnológico".

4 comentarios:

Javier Iglesias dijo...

Es un tema muy interesante con muchos matices que me gustaría comentar.

En primer lugar es el holocausto presente en muchas historias. Evidentemente es más que un recurso narrativo. Es la moraleja, de que la tecnología nos puede llevar a lo peor. Un hecho recurrente en las mejores ficciones pero que realmente me parece lejano. El holocausto no interesa a nadie. Ni siquiera en las horas más oscuras de la Guerra Fría se atrevieron a pulsar el botón. Hay mucho que hablar sobre el tema por supuesto.

En segundo lugar son las IA. Por mucho que me fascine la perspectiva de un robot teniendo conciencia de si mismo (tengo un relato de hace años sobre eso inédito en mi disco duro) también hay que ser realistas sobre esta posibilidad. En el improbable caso de que un ordenador tome consciencia de si mismo como ser, ¿por qué ha de ser más inteligente que el ser humano? Acaso los monos no saben que ellos son algo que debe vivir, o cualquier animal que huye del peligro para sobrevivir?? Yo creo que la máquina no generaría una conciencia humana o un instinto animal, sino un "algo" propio de la máquina. Un nuevo estado de concepción lógico y bajo los parámetros en los que está encorsetada su creación. Por muy listos y mucho que puedan aprender, no son humanos, ni animales. Será un nuevo estado del ser, en este caso el ser máquina.

Y finalmente creo que lo más posible, cercano y tenebroso es la maquinanización del hombre. Evidentemente esto tiene muchas ramificaciones, posibilidades y subtramas, desde el hecho de crear componentes biotecnológicos iguales, mejoras o el uso de nanoteconología para el control total.

Miguel has dado en la clave de un tema que generaría muchísimo debate y que merecería un blog en si mismo.

Javier Iglesias dijo...

relacionado con todo esto recientemente hablé con un colega sobre la curva del hombre hacia las máquinas. Cuanto mayor es el parecido de una máquina hacia el hombre más empatía tenemos hacia ella. Pero repentinamente esta curva se desploma cuando la máquina se acerca peligrosamente al aspecto humano.

es decir, no tenemos empatía con un ordenador porque no tiene rasgos humanos o animales, si la tenemos ocn un furby que se mueve y con cortocircuito, pero las réplicas de implantes quirúrgicos perfectamente diseñadas nos causan aversión.

Por eso perseguimos y cazamos a los replicantes.

Y lo llamamos "retiro".

Miguel Fanjul Martínez dijo...

Me ha encantado el comentario, mi hermano Diego opina muy similar a ti, ya que estuvimos discutiendo el tema en casa. También veo lejano muchos aspectos que marco, pero me fascina el horizonte que se está abriendo entorno a este tema. Seguiremos atendiendo, ahora estoy releyendo a Orwell, el gran ojo que todo lo ve. Un abrazo Javi, ya me contarás de Lituania.
PD. Hablaremos de la curvatura ^^

Javier Iglesias dijo...

el tema da para mucho la verdad