lunes, 12 de octubre de 2009

Arte y naturaleza: Heidegger-Chillida.



La filosofía está en crisis y el arte se erige como alternativa a esa crisis del pensamiento. Chillida y Heidegger colaboran, buscan y reclaman, ellos hablan de establecer límites. La filosofía está en crisis, ya que la sombra del nihilismo la envuelve, hemos perdido los referentes que en un pasado eran válidos y los discursos de legitimación caen en el olvido, el hombre busca respuestas en la nada, en el vacío. El problema dice Chillida es que lo que vale a la filosofía no vale al arte, el arte no es un ser terminado. En este punto podemos optar por el consejo nietzscheano de revitalizar los clásicos como historia viva, también en Ortega encontramos un "quehacer" humano. Tras llegar a este punto no nos queda otra opción que vaciarnos para hallar respuesta, estamos muy llenos, demasiado llenos, demasiado ocupados, demasiado ofuscados, demasiado cargados. La posible solución sería "crear espacios" como lugar que posibilita poner objetos. Vaciamiento de los espacios para crear la posibilidad de que haya objetos. Ya no se trata pues de poner un objeto en el espacio, sino de vaciar un espacio para posibilitar el que ahí haya un objeto. El problema con los ecologistas está en las aporías del arte. Destrucción de lo real para poner lo ideal, en otros términos, poner lo ideal del arte es para ellos una muestra de inviabilidad racional ya que destrona lo real. La plasmación de lo ideal implica desmaterialización de lo real. Adorno lo señala muy bien, "el problema es el precio a pagar por lo ideal". Para Heidegger la nada es el ser que que no se deja objetivar, el equivalente a esa nada es el tema del vacío, de ahí que una persona que se vacíe puede llenarse y tolerar la obra. Chillida creó una escultura, un espacio, en las islas Canarias (imagen superior), en el seno de una montaña, desde fuera no se puede apreciar, una vez dentro uno encuentra un lugar, donde se puede ver el cielo, las estrellas, el sol pasar y la luna también, se accede a ella por una apertura superior. Es una escultura dentro de una montaña. Allí el hombre deja de ser la medida de las cosas, intento de obra de arte total, humanismo y cultura, arcaico y tecnológico. Insercción en la naturaleza tecnológica, creación de espacios de luz. Novalis decía "no es que la noche sea negra, es que tiene una luz distinta". ¿Cómo lograr entonces que el ser acontezca? Pues con la cercanía esencial a las cosas, y esto se logra poniendo límites a algo, creando un lugar... Es por eso que cualquier escultura de Chillida no puede ser desplazada a otro lugar, esta sufriría un desarraigo total, ya que él vaciaba espacios para posibilitar objetos. El "Elogio del horizonte" es la escultura que corona mi ciudad, Gijón, la que aparece en la imagen inferior. Se dice que quien se posiciona en el centro de la obra escucha hablar a la mar, los pequeños o grandes balbuceos de un horizonte abierto que en todo caso quiere decirnos algo, no sin antes vaciarnos, dejar que penetren en nosotros posibilitando espacios, demasiado llenos, de masiado ocupados, demasiado saturados, tenemos que vaciarnos... Sólo así entenderemos la escultura del gran maestro Chillida.
El otro problema que queda como un mero comentario es la postura heideggeriana, ya que sus propuestas eran lugares naturales despejados y con memoria. Eso eleva el problema a una pregunta ¿Cómo traspasarlo a lo urbano, a lo artificial? Antonio Fernandez Alba tiene algunas propuestas, pero eso lo dejaremos para otro dia, para otro tiempo...

1 comentario:

Javier Iglesias dijo...

El Elogio al Horizonte es, como su nombre indica: la exaltación del hozionte misma. Su significado y ubicación lo dice todo. (y su nombre water de King Kong también dice mucho, a su manera)