lunes, 24 de enero de 2011

El tiempo y las ideas. Reflexión sobre el legado cultural.

La historia de nuestra cultura deja tras de sí un rastro de grandes ideas. Muchos de los estudios que ahora realizamos se nutren de ideas pasadas. La adaptación de esas ideas no es tarea fácil, la trasmisión de ideas entre diferentes pueblos distantes en el tiempo obliga a una revisión profunda de los motivos que empujaron su creación. .

La recepción histórica de un legado cultural es, en ocasiones, problemática. Muchas de las ideas recibidas creémos comprenderlas a flor de conciencia, pero ignoramos que lo que hay más vivo en ellas es lo que se "sotopiensa" bajo ellas. Ortega, gran conocedor del tema,pone el ejemplo de una planta. Yo puedo coger una palmera en Andalucía y trasladarla a Madrid, la palmera es la misma pero la tierra donde germinó es totalmente diferente. Cuando traemos al presente una idea gestada en el pasado hacemos un poco lo mismo, podemos traer el epicureísmo a nuestros dias, tomar sus ideas ya gestadas e interpretarlas, pero de poco servirá si desconocemos la tierra en la que se originó.

Se da un proceso inverso al de la creación, no se crea sino que se recibe, somo receptores, y esta recepción tiene un carácter trágico. Y tiene un carácter trágico porque el transporte integral de ideas es ilusorio. Este fondo latente no se puede transferir, como nada que sea de verdad vida humana. El problema de entender la solución preexistente y dada, imposibilita de raíz el sentir y los problemas que motivaron la búsqueda de esas respuestas.

No estoy poniendo en duda la validez de leer un clásico o beber de las ideas que han generado nuestra cultura, lo que intento poner de relieve es que esa trasmisión tiene interpuesta una pantalla entre el creador y el receptor. Si queremos entender hasta la raíz las nociones que nos puedan interesar, no hay otro camino que el de ahondar lo máximo posible en la tierra donde se gesta la semilla que acabó en idea.

Parece bastante obvio, pero por paradójico que resulte, se nos olvida con bastante frecuencia. Por otro lado, nuestras sociedades actuales que manejan auténticos oceanos de información, no dan pie en muchas ocasiones al detenimiento, a la pausa, queremos algo y lo queremos ya. Esa prisa e inmediatez impide que podamos ser buenos receptores de las ideas humanas.

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