martes, 18 de febrero de 2014

Estafadores, la nueva toxicomanía



 Quizás las grandes guerras fronterizas hayan quedado atrás. Hasta la padeciente amenaza nuclear parece haber desaparecido después de la Guerra Fría, aunque sea sólo a modo ilusorio. Ahora se lleva más el terrorismo, queda más cool si lo que quieres es recortar libertades en aras de una falsa seguridad. Pero galopando desde atrás y con gran estilo lo que se lleva ahora es la corrupción, la nueva moda. Habrá quien piense que existe desde hace tiempo, y no le faltará razón, lo que pasa es que ahora la corrupción se ha vuelto masiva, se puede estafar a muchas más personas de un sólo golpe que en cualquier momento anterior de la historia de la humanidad, y eso, al parecer, mola bastante.

 Hablan de tener un coche nuevo, hablan de la última estrella de cine, hablan de mil cosas, pero la nueva moda es timar en grandes dimensiones, la fiesta de la corrupción. Quedarse con la pasta, robar, acumular riquezas de forma desmesurada a costa del vecino, aunque sea un africano muerto de hambre ( porque en la era globalizada, todos somos vecinos), es lo que algunos, con acierto, llaman "crímenes económicos contra la humanidad". Y así es, porque robar es un crimen, pero como ahora se dedican perpetrar robos a una escala sin precedentes, tenemos que añadir  el adjetivo "contra la humanidad". Ya no es la comunidad de vecinos, es a la humanidad, países, estados, sin importar estratos sociales. ¿Por qué temer a la energía atómica si están ellos para recluirte en la mierda desde su despacho con un doble click?

 Para mi, tan perverso o más que meterte el cañón de una pistola en la boca y vaciar el cargador. Además es más barato, porque las armas cuestan pasta.  La diferencia es que no lo hacen en directo, la víctima se desangra lentamente, y la justicia no hace su papel, es más, en muchos casos la respalda. Justicia y legalidad últimamente no van de la mano. Tiene muchos nombres: robar, información privilegiada, ingeniería fiscal, paraísos fiscales, pelotazos, comisiones... pero las consecuencias siempre recaen sobre las personas. Aquí o allá, pero son vidas condenadas a una miseria para el beneficio de unos pocos. Sale mucho más rentable robar, todos lo sabemos. Puedes robar cuarenta millones de euros, que como no hay sangre o droga de por medio, todo parece más limpio, más de corbata o de traje y corbata.

 Es una pena, que las penas, no sean equitativas al daño que provocan. Arruinar a países, que los gobiernos legitimen la existencia de paraísos fiscales, condenar en definitiva a tres, cuatro, o treinta generaciones a la pobreza por la avaricia de unos mediocres respaldados por la política, es un hecho que se debe condenar con mucha más rotundidad. Lo que pasa es que la política está vendida a los señores feudales del siglo XXI, las jodidas multinacionales.

 Ellos en sus casas con spa, envían manadas de víboras tricornias, a tu vecindario o al desierto africano, poblados enteros con una serpiente enroscada a la yugular. Ellos apartan la mirada, no están allí cuando la gente tiene que hacer migraciones masivas, la distancia les hace evitarse el marrón. Luego a poner medallas en la ONU, al FMI o a cualquier organismo que en el fondo lucha, para que el chiringuito de las víboras se mantenga en pie.

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