martes, 11 de marzo de 2014
Feminazis a la taza
Hoy en día hay ciertos temas que no se pueden tocar, que apenas son opinables porque en el momento que pones el dedo sobre ellos sin seguir el orden imperante, una manada enloquecida se tira sobre ti. Te expones a que te arrojen toneladas de mierda sobre tu cabeza, posiblemente deseándote la muerte. Hoy me dispongo a tocar uno de esos temas, una de esas vacas sagradas, el feminismo. Podía haber sido otro tema, como la evolución o la ecología, pero llevaba tiempo con ganas de tocar el movimiento feminista.
El feminismo está de moda. Encuentro muy enriquecedor y realmente necesario, que nuestra cultura reconozca algunos derechos que inexcusablemente se ha vulnerado contra las mujeres, es un buen índice de justicia y de salud social e institucional reconocer y equiparar al hombre y la mujer en muchos de los ámbitos que marcan nuestro tiempo. Paralelamente a ese merecido reconocimiento, un sector ha mutado en nido de tarántulas, emergiendo de la más absoluta oscuridad, apropiándose de un discurso cargado de veneno manipulador y paralizante, el de las feminazis. Especialistas en radicalizar ideas hasta límites insospechados, reptan cual mamba negra, amedrentando a todo aquel que no claudique a sus ideas, en muchos casos absurdas, basadas en falsos estereotipos, poniendo al varón o mujer que disienta en el punto de mira. Se enroscan en tu cuello, para tener su afilada mordedura a un palmo y darte muerte.
O estás con ellas o eres un machista de mierda, y si es una mujer la que disiente, es una esclava lobotomizada por una herencia cultural que no le deja ver más allá de sus propios zapatos. O comulgas con algunas de sus idioteces o te arrojan al ostracismo. Mira, yo nací en el 83, así que no cargues sobre mi el peso de toda una historia de vejaciones. Imbécil o imbécilas, se inventan palabras para estigmatizar a los que hacen del lenguaje una herramienta de comunicación y no un arma ideológica. Así ascienden las tarántulas al trono. Esas ultras del feminismo, caen del cielo como si de una lluvia de erizos se tratase, han creado una esfera peligrosa entorno al movimiento, cualquiera que entre a debate sale con profundos hematomas por todo el cuerpo. Muchos de sus argumentos y defensas son absurdas, basadas en falsos estereotipos y elevadas sobre torpes mecanismos de ingeniería social. Es común escuchar como retuercen sus argumentos para estrangular a una verdad asfixiada y vomitarla por los rincones de las calles a pleno vocerío.
Empiezas a escuchar a analfabetas e indocumentadas cómo debes hablar, cómo debes escribir, que tal término es machista y que eres un misógino por hablar así. El nacimiento de nuevas palabras para dignificar el discurso es obtuso e inepto, de progres, capaces de crucificar las ideas de cualquier varón gritando como ardillas infectadas. Algunas odian el machismo pero se hacen fotos en plan mujer objeto, o se ponen un escote hasta el ombligo y te ponen cara de asco por mirárselo.
Es ensordecedor el ruido que provocan las feminazis, equiparable a una banda de chacales. Con su discurso excluyente campan a sus anchas por todos los sectores de la sociedad llenando de mierda prácticamente todo lo que tocan, amedrentando a quien ose contestar o poner en duda su palabra divina. No espero aceptación alguna por su parte, porque su grado de talibanización en aras de una liberalización de la mujer no se lo permite. Feminazis, luchar por vuestros ideales, gritar más alto si queréis, la realidad es que sois un auténtico coñazo.
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