lunes, 3 de marzo de 2014

Sobre la raza humana y otros absurdos


  Este post trata sobre la raza humana y otros sin sentidos. Casi todos nosotros creemos que la humanidad está en mejor lugar que hace dos, cuatro o diecisiete siglos. Tendemos a pensar que a medida que han pasado los años, los avances tecnológicos han propiciado un verdadero desarrollo a la comunidad humana del planeta. Ahora disponemos de medicinas que antes no existían, explotamos recursos como el uranio para abastecernos de energía, nos desplazamos en modernos y veloces transportes, nuestras casas son más sólidas y seguras, podemos hablar con gente que está al otro lado del mundo con una simple llamada, y así sucesivamente. El conocimiento humano ha alcanzado unas cotas que a uno le dan vértigo, y la tendencia es a creer que a medida que pasa el tiempo las cosas irán aún mejor.

Algo diferente sucede cuando miras los pies de nuestro gigante cultural, los que están debajo de. Sobre la cabeza del gigante encontramos una corona de oro, pero sus pies se hunden en el más apestoso de los pantanos.
Hoy en día, en la era que nos venden como global, asuntos tan básicos como la alimentación, siguen depredando vidas que se cuentan por millares cada minuto. El hambre en el planeta es un problema de no muy difícil solución, de hecho, está propiciado por las políticas agroalimentarias de tres o cuatro grupos que les interesa el monopolio de la industria a costa de hundir en la miseria a millones de personas. 

  La humanidad nunca había sido tan rica ni tan capaz de producir riqueza como ahora, aunque intenten convencernos de lo contrario, y aún así muy poco se hace si lo equiparamos con la gravedad y el dolor que conlleva. El gasto en armamento en un sólo año es quinientas veces superior a lo necesario para terminar con las hambrunas más activas del planeta de forma contundente. Si hoy en día, la vida de personas con enfermedades perfectamente curables, siguen defenestrándose porque el laboratorio farmacéutico de turno, guarda la patente de una vacuna inventada hace treinta años, es que algo se está haciendo realmente mal. Y todo ello no es por falta de medios, sino por falta de voluntad.

Se irrumpen sistemáticamente derechos fundamentales a sabiendas de gran parte de la población, y aún así poco sucede o poco cambia. Mi pregunta es, ¿por qué sucede todo esto? ¿cómo es posible que hagamos posible un mundo así? ¿cuáles son los verdaderos valores sobre los que se asienta nuestra cultura? ¿qué visión se supone que debemos tener de nosotros mismos? Ser optimistas respecto a nuestra condición es casi un pecado, normal que me guste Schopenhauer y todos los filósofos de la sospecha, que con su fino olfato percibían la podredumbre sobre la que navegaba nuestra cultura. La realidad es que cuando uno ve a la humanidad es para que el alma se le caiga a los pies, y desde hace tiempo que el adjetivo humanidad no me trae nada bueno a la cabeza. No estamos tan bien ni somos tan buenos.


2 comentarios:

Lord Eduard dijo...

Que solo esas cuatro entidades no te hagan peder la fe en la humanidad.

Miguel Fanjul Martínez dijo...

Eduarda!