Me gustaría recordar alguno de los aspectos que consolidaron la política en Grecia.
En la antigua Grecia, cuando la política lejos de ser perfecta, pero en cualquier caso bastante mejor que la nuestra, el asunto de la salud de la polis era el bien a salvaguardar. Una de mis condenas preferidas aplicadas en la época era el ostracismo. Cuando uno de los miembros de la comunidad acumulaba una cantidad de poder que pusiera en riesgo a los ciudadanos se le expulsaba de la ciudad diez años. La mirada de los griegos se tornaban hacia él y era desterrado por miedo a que un nuevo tirano se instalase en el poder.
Ya sea por la posesión de excesivas riquezas o por la aglutinación de un gran poder militar la respuesta era el exilio, se le invitaba a irse o se le obligaba, lo mismo daba. Esto también sucedía cuando algún miembro celebraba fiestas orgiásticas en cadena, ya que semejante cartucho de embriaguez, sexo y vicios podían disparar la perversión de los hombres que habitaban sus calles. Si alguien elevaba su posición y crecía hasta tomar una posición que pudiese concentrar demasiada fuerza, era expulsada inmediatamente si la asamblea lo consideraba oportuno. De aquí se desprende una actitud de temor y cautela ante aquellos hombres que acumulaban demasiado estatus, demasiada fuerza, demasiado lo que fuese...
Lástima que no exista un hechizo de resurrección para traer de vuelta a grandes mentes, que tanta falta hace en nuestros días. En la era de las nuevas tecnologías habría que enviar al planeta Marte a un buen numero de perversos hijos de puta que juegan con sus manos antes de devorarnos.
Es evidente que los siglos han pasado, y que no podemos aplicar la ley griega a un mundo que difiere bastante del que los griegos conocían. Pero si hay algo que los griegos supieron ver era que la aglutinación de poder en unas pocas manos era un tema peligroso.
Hoy en día, una buena parte de los males que padecemos emergen por ignorar esta cuestión. No dudo que si alguno de los griegos de los que hablo levantase la cabeza, podría realizar un sencillo análisis que mejoraría sustancialmente la situación enferma que padecemos, y eso que le separan veinticinco siglos de diferencia.
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