lunes, 19 de septiembre de 2011
Mutación: sospecho luego existo.
Mi antiguo y querido catedrático de estética, José Luis Molinuevo comentaba en su blog:
"La tesis de Groys: en las sociedades mediáticas es verdad, no lo que nos saca de dudas, sino lo que confirma nuestras sospechas...Mutación: sospecho, luego existo."
En el siglo XIX un grupo de filósofos, pensadores y literatos fueron denominados "los filósofos de la sospecha". Su principal tesis era poner en duda el largo camino recorrido por la razón, que con el tiempo derivó en mecanismos actuales tan arraigados como el utilitarismo, la razón instrumental, el positivismo y otra larga serie de ismos. Para los filósofos de la sospecha, el mundo fundado en verdades monolíticas y sin fisuras les provocaba la mofa y la risa. "La Verdad" ya no era tema de interés porque no existía tal verdad, y sobre ella levantaban la sospecha.
Nosotros hemos dado una vuelta más a la tortilla. Ya no nos interesa la búsqueda de una verdad que se desenmascara como inexistente, sino el reconocimiento de nuestras sospechas. Por poner un ejemplo, las revelaciones de Wikileaks no hizo más que confirmar nuestras sospechas sobre el funcionamiento del mundo, muchos afirmaban que no ofrecían demasiada novedad, pero se confirmó el fondo que sospechábamos, que un gato muerto se escondía bajo una buena parte del engranaje del mundo.
La formula cartesiana se redime bajo nuevas mutaciones: en sospecho luego existo, clickeo luego existo, poseo luego existo, consumo luego existo... La sospecha se torna como valor indicativo, forma de penetrar en las complejas sociedades tecnológicas en las que nos hallamos inmersos.
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