Ampliación del campo de batalla cumple cuatro años. Es una buena ocasión para ver el camino recorrido hasta aquí, donde las líneas y vivencias se acumulan escupidas en palabras. No puedo dejar de dar las gracias a mis amigos, especialmente a Javier, Jorge y mi querido hermano, que me han animado a continuar y a tomarme el asunto con una seriedad que jamás hubiera improvisado por mi mismo. Todos los comentarios, de todas las personas que no han hecho más que enriquecer y aportar nuevos puntos de vista. Es sorprendente poder ver la evolución desde los primeros escritos hasta el día de hoy, mejoras de redacción y de ortografía, la necesidad imperante de escribir cuando lo necesito, cada vez con más frecuencia... La acumulación de una gran variedad de materiales, y el retorno a la memoria de los motivos que auno le empujan a escribir cada entrada. Cada texto y cada tema, todo está vinculado al infinito estimulante de la vida, que nunca se ahíta, y siempre te sigue, empujando y zarandeando para seguir interrogando las circunstancias que te envuelven.
Dice el poeta Jean Paul que los libros son voluminosas cartas a los amigos, en mi caso va por fascículos, pero el reflejo del otro siempre está presente. Felicidades ampliación del campo de batalla.
viernes, 24 de diciembre de 2010
martes, 21 de diciembre de 2010
Keep in contact with old friends.
Hacía tiempo que no vivía un fin de semana tan intenso, tan cojonudo. Me gustaría que la vida se detuviese en esos instantes, que se provocara un bucle como en una cinta de vídeo, repetición constate del momento deseado. Lo tuvo todo... Me cuesta mucho escribir sobre ello, porque las palabras no me salen, no suscitan el significado deseado. Menuda mierda voy a colgar entonces si seguimos por este camino. Lo que si puedo decir es que fue grande, emotivo, excesivo, no había barreras, se eliminaban en el delicioso tono de la amistad con el otro. Tallada con fuego y hierro, gente que no había podido ver en todo un año se reconstruía en tres minutos.
Tengo una clara resaca emocional, de todas las decisiones que a uno le toca tomar en su vida no hay duda que la elección de mis amigos es claramente mi mejor acierto. Uno no elige el lugar donde nació, ni la época, ni sus padres, hermanos o familia. Viene impuesto por la circunsatncia. En el caso de la amistad el tono es totalmente diferente. La amistad es discriminatoria, no se gana con horas, puedes pasar con la gente del trabajo todo el día y aborrecerlos. Se gana porque se elige, se apuesta, se descubre, se gana porque te inquieta, porque de alguna forma hay algo que te agita y te mueve, que te provoca admiración, los criterios de elección de tus amigos son son totalmente intransferibles y personales. Ellos me quieren como si de mis hermanos se tratasen, me dan luz, me hacen feliz, me sumergen en una apariencia que transfigura la realidad. Me gusta llamarles y escuchar sus mensajes en el contestador. Parece que da igual que el mar se electrocute y que te veas inmerso en la marejada, porque a una última ellos se tirarán contigo... Por eso es una apuesta, es un tirarse a la piscina, es un hacer crecer, un ir a más... Aunque ese más implique a veces menos.
El cálido aroma que se respira entre ellos, las conversaciones que suscitan, el acercamiento y la proximidad que existe cuando te cuentan sus proyectos, sus preocupaciones, sus inquietudes, su vida... Demasiado corto ha sido, 48 horas no son suficientes, aunque quizás 96 nos hubieran matado a todos. Faltaron algunos, siempre en la memoria, siempre en nuestra boca. Miraba a la mesa, me veía a mi mismo, veía todo lo que me han aportado para llegar a ser quien soy. La construcción de la identidad nutrida por el otro, alimentada por el trato, por la paciencia, por las broncas, por los éxitos y por las sorpresas. Ahora giro la mirada, veo el recorrido y me siento elevado.
Tengo una clara resaca emocional, de todas las decisiones que a uno le toca tomar en su vida no hay duda que la elección de mis amigos es claramente mi mejor acierto. Uno no elige el lugar donde nació, ni la época, ni sus padres, hermanos o familia. Viene impuesto por la circunsatncia. En el caso de la amistad el tono es totalmente diferente. La amistad es discriminatoria, no se gana con horas, puedes pasar con la gente del trabajo todo el día y aborrecerlos. Se gana porque se elige, se apuesta, se descubre, se gana porque te inquieta, porque de alguna forma hay algo que te agita y te mueve, que te provoca admiración, los criterios de elección de tus amigos son son totalmente intransferibles y personales. Ellos me quieren como si de mis hermanos se tratasen, me dan luz, me hacen feliz, me sumergen en una apariencia que transfigura la realidad. Me gusta llamarles y escuchar sus mensajes en el contestador. Parece que da igual que el mar se electrocute y que te veas inmerso en la marejada, porque a una última ellos se tirarán contigo... Por eso es una apuesta, es un tirarse a la piscina, es un hacer crecer, un ir a más... Aunque ese más implique a veces menos.
El cálido aroma que se respira entre ellos, las conversaciones que suscitan, el acercamiento y la proximidad que existe cuando te cuentan sus proyectos, sus preocupaciones, sus inquietudes, su vida... Demasiado corto ha sido, 48 horas no son suficientes, aunque quizás 96 nos hubieran matado a todos. Faltaron algunos, siempre en la memoria, siempre en nuestra boca. Miraba a la mesa, me veía a mi mismo, veía todo lo que me han aportado para llegar a ser quien soy. La construcción de la identidad nutrida por el otro, alimentada por el trato, por la paciencia, por las broncas, por los éxitos y por las sorpresas. Ahora giro la mirada, veo el recorrido y me siento elevado.
jueves, 9 de diciembre de 2010
Wow Cataclysm: la experiencia continua.
World of warcraft, más conocido por las siglas Wow. A muchos les sonará este nombre, otros no tendrán la más remota idea de lo que vamos a tratar. Sólo deciros que es la tercera palabra más buscada en internet, después de "sex" y "God". Wow es un juego de ordenador online, cuyo contenido se desarrolla con la colaboración del resto de la comunidad, es decir, Wow tiene una población aproximada de 12 millones de personas, y el avance del mismo está marcado por la colaboración de sus miembros dentro de este mundo virtual. Tú te creas un avatar, eliges una raza y una clase y te escupen a un vastísimo mundo donde en compañía de otros vives aventuras.
Propiedad de la famosa compañía americana Blizzard, han provocado una auténtica revolución en lo que se refiere a la experiencia online. Una obra de arte, una joya del genero, han sabido mejor que nadie como romper las viejas barreras de interacción, donde uno se encontraba con su Nintendo encerrado en su habitación y en un cartucho. La experiencia virtual que ofrece Wow es mucho más abierta, no ha sido alcanzada ni de lejos por ninguna compañía de la competencia.
Las razones son varias, quizás tantas que sería complicadas enumerarlas en una entrada como esta. El éxito de Wow radica en una multiplicidad de elementos cuidados hasta el extremo. El diseño de un vasto mundo cuidado hasta el más mínimo detalle, una banda sonora de primer nivel, jugabilidad sencilla que ofrece un amplio abanico de posibilidades, el desarrollo de tu personaje que parece nunca se agota... Acabas cogiendo tanto cariño al mismo, y lo puedes caracterizar de tantas formas que uno acaba adorando la vida que lleva dentro del mundo virtual. Puedes desarrollar el contenido del mismo hasta límites insospechados, estudiar cocina, ser herbalista o pescar. La ramificación de las diferentes actividades que ofrecen hacen que el nivel de diversión sea prácticamente inagotable, variado, premiado con diversas recompensas... Y todo ello enriquecido por lo que quizás sea lo más importante, la comunidad.
Las posibilidades que ofrece vivir aventuras con diferentes jugadores de todo el planeta, permiten el desenvolvimiento de vivir una identidad deseada, la interpretación de un personaje con sus virtudes y sus carencias. Si una de las señas del teatro es la de interpretar diferentes papeles, ya sea las de un pirata o un rey de un antiguo reino, Wow permite "encarnar" virtualmente un papel en un nuevo mundo creado por diseñadores y programadores. Ahí es donde radica el virus que te atrapa y no te suelta. Permite vivir otros mundos, que no existen en el plano físico, pero si en el plano virtual. ¿Acaso no es la realidad virtual un espacio no físico? Nuestro soporte corporal nos permite interactuar con nuestro ratón y nuestro teclado, pero tú descubres y habitas un mundo, permitiendo adoptar una personalidad y encarnando un papel que la realidad te niega. Uno de mis personajes era una sacerdotisa, capaz de curar las heridas más profundas que un guerrero podía sufrir, bendecía a mis compañeros y les levantaba para devolverles a la vida. Recogía hierbas y era una excelente sastre. Me permitía encarnar y desarrollar una identidad nueva, en un mundo nuevo, rodeado de gente con el mismo afán de desvelar todos los misterios que aguardaban en una nueva tierra.
El mundo no se agota, los programadores introducen lo que se conocen como parches. Cada cierto tiempo se descargan actualizaciones del juego, para equilibrarlo, solventar errores, añadir nuevas provincias, nuevas actividades... Esto hace que la experiencia sea inagotable. Blizzard ha sabido vislumbrar un camino que les está haciendo de oro. Teniendo en cuenta que los jugadores pagan 12, 99 euros al mes por mantener la cuenta abierta, calcular el dinero en efectivo que les entra al mes si tienen 12 millones de suscriptores. Otras compañías, en intento por llevarse su parte del pastel han ofrecido alternativas al Wow, pero ninguna a logrado el público y el nivel de ventas deseado, ya que Wow parece ir siempre por delante. La experiencia y diversión es tan sumamente rica que dejas de jugar a otros juegos, no sólo la gente lo compra, sino que su apetito por jugar a "otros" juegos queda prácticamente aniquilada. Yo me reunía con mi hermano y mis amigos más cercanos en Wow, cuando uno vivía en Manchester, otro en el norte de España, otro en el sur... Nos reuníamos en la mágica tierra de Terrallende, conversábamos, y vivíamos aventuras. Estaba junto a ellos, mediante un soporte diferente, pero creerme que la experiencia era de lo más impresionante que he podido vivir a través de un soporte informático.
El lado oscuro de toda esta historia es el enorme poder de adicción que puede generar en una persona, el apego que suscita el desarrollo de una identidad en un plano totalmente diferente. Existen tantas adicciones como personas, y creerme, Wow no es una excepción.
Acaban de lanzar al mercado su nueva expansión: Cataclysm. La he probado y he visto como los chicos de Blizzard trabajan de forma infatigable para que la experiencia sea más rica, fácil y divertida, sin renunciar a la infinidad de posibilidades que ofrece. El nivel gráfico de Wow nunca ha sido su punto fuerte, pero si más que suficiente para que te sientas bien a gusto con ella. Con la llegada de la última expansión que permite elevar tu personaje a nivel 85, elección de nuevas razas y ,ayores progresos, no han hecho más que prolongar esta experiencia durante más tiempo. Un enorme Dragón ha llegado al mundo y ha cambiado su geografía por completo. El mundo creado hace seis años ha sufrido un rediseño en su totalidad, permitiendo a los programadores y diseñadores dar una nueva forma y aspecto a una tierra que empezaba a agotarse con el tiempo. Han sido muy listos y sumamente hábiles para reciclar el planeta que habían creado sin tener que recurrir a soluciones complejas, y donde se puede apreciar los cambios a través de la historia que el mismo juego desarrolla. Han rediseñado los valles, mares, bosques, cuevas y estepas en un abrir y cerrar de ojos sin que se sienta una grieta que fragmente la experiencia de los jugadores. Los gráficos han sido modificados sensiblemente para darles mayor realismo en el movimiento, menos mecánicos y más fluidos. Han vuelto a crear un mundo nuevo manteniendo los mismos elementos. Dragones, elementales, marismas, montañas, criaturas de todo parecer, una inteligencia artificial muy trabajada que aporta altas dosis de diversión y que exige una mayor colaboración entre los miembros de la comunidad.
Creo que los chicos de Blizzard han dado en el clavo, como todos los juegos que han desarrollado, auténticas obras de arte que dejan huella, y bien profunda, en la historia de los videojuegos. Un diez por ellos, una auténtica pena que no tenga el tiempo deseado para disfrutarlo junto a mis seres queridos, ya que el mundo real, toca a mi puerta. Para mi, en muchos aspectos, es el mejor juego de la historia, que ha abierto la experiencia multijugador a nuevos niveles de interacción, y parece que todavía le queda una larga carrera hasta que se agoten susposibilidades, Blizzard va por delante.
lunes, 29 de noviembre de 2010
Wikileaks.
¿Qué es wikileaks? Wikileaks es una web que publica documentos filtrados con contenido sensible en materia religiosa, corporativa, o gubernamental, preservando el anonimato de sus fuentes. Es decir, es una web que posee información delicada sobre la actuación de los gobiernos en el mundo para lograr sus intereses. Evidentemente toda la información que se filtra es de carácter dudosamente ético, modos de actuar en el planeta que se creían olvidados de la guerra fría, un montón de mierda vamos. Grupos de influencia, intereses económicos ocultos, motivos que empujan a la invasión de un país, espionaje...
Lo extraño es la reacción de los gobiernos, que lejos de admitir los trapos sucios que ocultan en su gestión y que ejecutan en nombre de todos, alcen la voz a los cuatro vientos, advirtiendo del peligro que puede suscitar el conocimiento de su pésimo quehacer... Una hipocresía muy propia de nuestra época.
Ya decía Rousseau que lo secreto no puede ser sano en el seno de una democracia. Lo secreto oculta, y lo que se desea ocultar a la población es algo que no se desea que ésta conozca por que no darían su visto bueno para hacerlo. El secreto en cuestiones de estado siempre ha sido un fraude, lo que es secreto mal asunto, lo que es secreto huele mal, lo que es secreto algo oculta, y ningún gobierno quiere ocultar bondades.
No deja de sorprenderme que acostumbrados a recibir noticias impactantes, ésta pase de largo, como muchas otras, sin que deje un rastro de sangre que ella misma comenzó, es decir, dudo que los culpables y ejecutores de toda esta trama de intereses secretos paguen de alguna forma sus delitos. Pero estaría bien reflexionar sobre lo que es Occidente, lo que están haciendo con él, y a donde nos llevan. Una voz se alza en mi interior, y rememorando algunas lecturas de Nietzsche escribo: Occidente es el más frío de los monstruos fríos, es frío hasta cuando miente, y una gran mentira se desliza de su boca: "Yo, Occidente, soy el bienestar".
Lo extraño es la reacción de los gobiernos, que lejos de admitir los trapos sucios que ocultan en su gestión y que ejecutan en nombre de todos, alcen la voz a los cuatro vientos, advirtiendo del peligro que puede suscitar el conocimiento de su pésimo quehacer... Una hipocresía muy propia de nuestra época.
Ya decía Rousseau que lo secreto no puede ser sano en el seno de una democracia. Lo secreto oculta, y lo que se desea ocultar a la población es algo que no se desea que ésta conozca por que no darían su visto bueno para hacerlo. El secreto en cuestiones de estado siempre ha sido un fraude, lo que es secreto mal asunto, lo que es secreto huele mal, lo que es secreto algo oculta, y ningún gobierno quiere ocultar bondades.
No deja de sorprenderme que acostumbrados a recibir noticias impactantes, ésta pase de largo, como muchas otras, sin que deje un rastro de sangre que ella misma comenzó, es decir, dudo que los culpables y ejecutores de toda esta trama de intereses secretos paguen de alguna forma sus delitos. Pero estaría bien reflexionar sobre lo que es Occidente, lo que están haciendo con él, y a donde nos llevan. Una voz se alza en mi interior, y rememorando algunas lecturas de Nietzsche escribo: Occidente es el más frío de los monstruos fríos, es frío hasta cuando miente, y una gran mentira se desliza de su boca: "Yo, Occidente, soy el bienestar".
jueves, 25 de noviembre de 2010
La semilla del sufrimiento.
Para poder sufrir hay que saber reír y bailar.
Hay que ser ligero para ascender y reírse de las tragedias de la vida.
El que sufre entra en contacto con la realidad y reduce su distancia con el mundo.
El que padece interioriza, el que padece mastica, el que padece se hace duro como una roca.
No es el camino deseado, pero hay tantas veces que viene impuesto, que merece la pena hacer de él un arte, transformarlo en experiencia viva y rica.
¿La esperanza? mejor dejarla de lado, corres el riesgo de caer fulminado por un rayo.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Supercolisionador.
Radiohead se prepara para sacar disco. Parece que el trabajo ya está terminado, se rumorea que a mediados de este verano dieron una fiesta para celebralo. Los chicos han cogido fuerza, se muestran bastante optimistas y están muy satisfechos con el trabajo. Todo parece pasar desapercibido, sin ruido pese a la expectación de una banda de su peso. Sin duda lo que caracteriza al quinteto de Oxford es su capacidad de generar tendencias, evolucionar a nuevos terrenos y abrir camino, a formar brecha. Me pregunto si la música que se traen en sus manos pueden producir un temblor superior al del "ok computer". Suena muy pretencioso, pero su último disco es una maravilla para los oídos, y estos chicos nunca se sacian, siempre quieren más...
sábado, 13 de noviembre de 2010
Palabras intempestivas.
Algunas de las frases que más me llaman la atención de Nietzsche:
La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano.
¿No es la vida cien veces demasiado breve para aburrirnos?
El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices.
Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.
Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti.
La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño.
La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar.
Sin música la vida sería un error.
La verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor.
En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón.
No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de meterse en tu vida, no temas; míralo a la cara y con la frente bien levantada.
martes, 2 de noviembre de 2010
Miedo a pensar: objetivo zombi.
Zombi, según la RAE es : 1.-persona que se considera muerta y que ha sido reanimada, por arte de brujería, con el fín de dominar su voluntad. 2.- Atontado que se comporta como un autómata.
Pensar es una tarea difícil, hoy todavía más, todo nos lo dan hecho. Pensar incomoda, pensar amarga, pensar es ir cuesta arriba siempre, pensar es sopesar, mirar más allá de lo aparente. ¿Quién va a pensar hoy en día, cuando todo te lo dan cocinado? ¿Quién va a pensar en la cultura del bienestar, donde todo está encasillado, lleno de etiquetas? ¿Quién va a pensar cuando los medios te dan un hueco para posicionarte en blanco o negro?¿Quién va a pensar cuando los políticos desde la distancia y lejanía se adueñan de tus necesidades? ¿Quién va a pensar si cuando lo haces te martirizan, te tergiversan y te azotan?.
Pensar no es bueno. Si los miembros de una sociedad pensasen con rigor, el Estado que conocemos hoy en día se derrumbaría. Kant decía que uno alcanzaba la mayoría de edad cuando no se plegaba al pensamiento de otros y era capaz de tomar decisiones por sí mismo, eso a día de hoy no compensa.
Por eso el Estado teme a que recibamos una buena educación, teme a aquellos que ponen en tela de juicio los disparates que nos hacen ver día tras día. Teme a todos ellos que ponen en tela el movimiento feminazi, los que ponen en tela "lo políticamente correcto", los que preguntan y exigen respuestas, los que piensan que la tele de hoy es una mierda, los que piensan que el consumismo desmesurado es una broza de ocio anestésico, donde sólo entra el ego y la próxima generación de i-phones, el gran hermano y Belén Esteban... Si te preguntas demasiado serás un enemigo, un objetivo a derribar. Te etiquetarán de nazi, de marxista, de revolucionario, de antisistema, de misógino, de lo que sea con tal de degradar y satanizar tus conclusiones.
Eso si, hay que ser tolerantes, para ellos la tolerancia es comerte toda la basura, tolerar es acatar, tolerar es cerrar el pico, tolerar es permitir seguir gobernados por unos imbéciles y descerebrados.Mirar los planes educativos, mirar lo que hacen con tu dinero para sacar del pozo a la banca, mirar lo que ellos entienden por felicidad (generalmente asociado a un valor numérico, tu nómina), mirar cómo se expresan constantemente en función de sus miserables intereses, prostituyendo el lenguaje e invitándote a tomar partido... Sigamos a las estadísticas, ellas reflejan la realidad del mundo.
Así que mejor no pensar, mejor adueñarse de opiniones ajenas y ceder responsabilidades a los más inútiles, los que mal piensan, los que maldicen, los que exprimen el sentido para conducir sus intereses.
miércoles, 20 de octubre de 2010
Efectos secundarios de la desesperación.
La desesperación no es un estado deseable. Cuando acontece en nosotros nos machaca y nos desgarras con fuerza. La esperanza nos ata a las cosas, y cuando lo deseado no se manifiesta uno se desespera. Por el camino el miedo acecha, antes de la desesperación late el miedo, ya que nuestros proyectos se hunden poco a poco, nuestros deseos no se corresponden con la realidad, y eso se traduce en miedo, tememos a la vida.
¿No es acaso el sufrimiento y la enfermedad un valor que imprime fuerza?¿No decía Nietzsche "lo que no te mata te hace más fuerte"? Y Nietzsche lo repite constantemente en su obra, en el Zaratustra encontramos al hombre de pies ligeros, que para volverse liviano a tenido que caminar por el infierno, por la desesperación. El viaje de los discípulos de Zaratustra es una transformación, de la tierra a la estrellas, porque ya no vierten esperanzas en la existencia, sencillamente la abrazan.
Tomando esta perspectiva desvelamos un secreto que muy pocos conocen, podemos transvalorar la desesperación en un auténtico valor, en el desesperado el miedo desaparece.Schopenhauer lo expresa más claramente "quien ha perdido la esperanza también ha perdido el miedo; tal es el significado de la palabra desesperado". Y Daredevil desde la cocina del infierno susurra "un hombre sin esperanza es un hombre sin miedo". Spinoza toma la esperanza no como una virtud, sino en su opuesto, un hombre sin esperanza es un hombre libre.
Donde exista debilidad halla siempre un punto de fuerza.
jueves, 14 de octubre de 2010
Lealtad y amistad.
Este tema tiene mucho que escribir, pero quiero ser breve y centrarme en la lealtad a los amigos. Donde no hay lealtad es imposible que haya amigos.La lealtad es sin duda la virtud que más valoro de la amistad. La lealtad evoca a la memoria, a lo que ha sido y lo que será, es fidelidad a la experiencia vivida, es antídoto frente al olvido y fuente de fuerza y unión. Sin lealtad de poco sirve lo demás. Exigencia de uno mismo que quiere saborear una sana y nutrida perspectiva del otro.
domingo, 3 de octubre de 2010
Piensas que te entiendes, pero no sabes nada sobre ti.
"El problema no es la ignorancia, sino las ideas preconcebidas".
Hans Rosberg.
Mi hermano mayor me enseñó esta frase. Diez palabras, una coma,una profundidad que hace estallar los sentidos.
Si uno se detiene a pensar sobre todas las ideas, concepciones, juicios y decisiones que toma, cuyo indicio es una idea preconcebida se llenaría de pavor, pues muy pocas cosas escapan del alcance de lo "pre-concebido".
Hoy en día el mar de información del que disponemos dificulta la tarea, exige rigor, valor y pausa para comenzar a ello, justo lo contrario de la predisposición degneral de nuestra época. Hay que aprender lo que nos enseñan, lo dado, pero de nada sirve llenarnos de información como una botella, si no somos capaces de prender la llama que llevamos dentro, esa que te empuja a examinar, a mirar detenidamente las cosas. ¿Pero quién es capaz de despertar en plena anestesia?.
La ignorancia es una falta, una falta sabida, las ideas preconcebidas son mucho más profundas e hirientes, tremendamente complicado escapar de ellas, tornando lo sabido por apariencia de saber. Para el que quiera elevarse, someter con inusitada violencia todo lo aprendido es condición necesaria de viaje, a veces incomodo, a veces cálido, son senderos que los espíritus fuertes quieren recorren.
Para volar como un águila, antes tenemos que ser serpientes, palpar el suelo, saber que bajo las aguas de una superficie que deviene constantemente, hay un mar oscuro, más profundo, donde el ruido y la luz desaparecen, donde sólo quedas tú, y tus ideas, las más íntimas, las que guardas en el fondo, las que laten en lo más profundo.
Las que quizás te permitan llegar a ser el que eres...
viernes, 1 de octubre de 2010
Camus de Acuario: la indiferencia absoluta.
"No debes olvidar que tu madre duerme en el mar de Siberia... Observa bien esto Yoga...
No fue un sueño, ni una ilusión... Te he mostrado la triste realidad...
Tienes que alcanzar la indiferencia absoluta..."
Camus de Acuario.
Camus, uno de los santos de hielo, cuya conversación con Yoga en uno de los templos de Atenas nos deja perlas de un auténtico maestro. Camus es un sabio, un portador de una armadura de oro, tiene experiencia de mundo, ha visto cosas que jamás pensó en ver, y ha oído cosas que otros no habrían entendido, pero él está curtido, ha dedicado largas noches y estaciones a preguntarse por el mundo, por el dolor, por la alegria, la tristeza, por su lugar en el cosmos.
Camus ha sabido penetrar en la profundidad cristalina del hielo, ha preguntado al mundo y el mundo ha respondido. Camus nos recuerda que nuestro apego hacia las cosas y el mundo nos entumece los sentidos, nos abruman con falsas perspectivas y nos esclavizan. Nos recuerda la frecuencia con la que nos atamos a las cosas, con tanta fuerza que perdemos el enfoque sobre nuestra vida. Muchas de nuestras preocupaciones vienen provocadas por ese apego, ese exceso de cercanía con el mundo, y acabamos enfadándonos por motivos que no portan valor, y preocupándonos por condiciones impuestas por la vida, agregando más daño y sufrimiento.
La indiferencia absoluta de la que habla Camus no es apartar la mirada al mundo, sino zambullirnos de lleno, sabiendo que la vida trae cosas buenas y malas sin preguntar, que somos nosotros los que tenemos que acatar sus reglas aunque a veces nos disgusten y nos provoquen desgarro. Para lo bueno y para lo malo el mundo hay que aceptarlo hasta sus últimas consecuencias. Esa es la postura de Camus. La indiferencia absoluta es fruto del desapego por las cosas, no tomándolas como carentes de valor, sino otorgándoles la precisa importancia que requieren.
Se trata de una aceptación de la realidad hasta las últimas consecuencias, no se trata de volvernos una roca frente al mundo, sino que este nos desgarre y nos bañe con su jugo, aprender las reglas del juego y aceptarlas. Una vez digerida y asumida la condición de la vida, vendría la indiferencia absoluta de la que habla el maestro Camus. Es un viaje de retorno, es un salir de uno mismo y diregir todas las condiciones vitales a las que podemos estar expuestos, desde que te deje la novia, hasta que te quedes sin trabajo o te entre un cancer. Las tres posibilidades son jodidas, pero todos sabemos que nos pueden pasar, asumir ese riesgo y tenerlo presente, las posibilidades son todas.... Nunca se podrá acatar la condición vital con total firmeza, eso es obvio, somos humanos al fin y al cabo.
Preocuparse por las cosas que realmente merecen la pena, y ver como nuestro baremo de alegria y tristeza, no baila al son de las estupideces del mundo, sino que reacciona a motivos que verdaderamente nos perturban o nos elevan. No dejarse llevar por el apego, difícil en nuestras sociedades contemporáneas que confunden el ser con el tener.
¿Equilibrio? ¿Paz? ¿Conocimiento de uno mismo? a mi me gusta más, indiferencia absoluta.
Camus eleva su brazo y de su dedo sale un rayo que viaja desde Atenas hasta el fondo del polo Norte destruyendo la tumba de la querida madre de Yoga. Camus saca la vara y azota a su pupilo en la espalda, intentando que vea la luz de la indiferencia absoluta. Es una tarea costosa, no se deja de aprender hasta nuestro último aliento...
Yoga estaba esclavizado de su madre, era un fetiche, era un recuerdo, era la imagen que le hacía avanzar en el arduo camino de su vida, era el amor que había conocido y la razón por la que existia, era su madre. En uno de los muchos caminos que recorre Yoga se encuentra con el maestro Camus, el más alto de los santos de Hielo, un poderoso caballero que conoce los secretos del cosmos, de la vida y del alma. El maestro le explica al alumno que jamás podrá vencerlo, que su vida aferrada al estúpido recuerdo de su madre no hace más que dificultar su camino de caballero. Es el camino de la ligereza, una vez caminado en las sombras uno comienza a ver la luz, la luz de la indiferencia absoluta.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Sobre gustos y colores.
Con frecuencia mostramos nuestras preferencias y gustos. Debatimos con nuestros amigos y compañeros cual es el mejor disco de música, la mejor película de ciencia ficción o el mejor gol de la liga. La gente discute y disfruta, ataca y defiende las diferentes posturas, pero cuando la cuestión se lleva al límite y parece que ya no hay nada más que plantear se termina diciendo “de gustos no hay nada escrito” o “para gustos no hay colores”. En realidad estas afirmaciones son bastante pobres. De gustos precisamente es de lo que más se escribe, y no se puede negar que hay gente con mejor gusto que otra. Tenemos aquí un problema sobre el juicio estético, un problema que viene ya de muy atrás y que aún a día de hoy sigue plenamente sin resolverse, empezaremos con Kant.
Kant era una persona bastante ordenada y meticulosa, su filosofía siempre aspiró a ser el culmen del orden y del rigor. Tanto su ética como su teoría del conocimiento aspira siempre a una condición universal, es decir, válida para todos. Cuando llega al juicio estético intenta hacer exactamente lo mismo, una forma universal de juzgar sobre lo bello y lo feo. Evidentemente no lo consigue, Kant se va al traste y percibe que esa clase de juicios están fundamentados en el sentimiento, en lo que a uno le hace vibrar interiormente al mirar un cuadro o al escuchar una pieza de música. Por lo tanto Kant se carga el juicio estético al fundamentarlo en la subjetividad de cada uno, o dicho de otra forma, “para gustos no hay colores”.
Muchos estarán de parte de Kant, pero, ¿realmente alguien se cree esto? ¿Vamos a admitir con rigor la posibilidad de no poder establecer la superioridad de un trazado artístico sobre otro, al fundarlo sobre el sentimiento individual? Eso sería dar paso a afirmaciones de este calibre: “El codigo da Vinci es mejor libro que Hamlet” o “Chenoa tiene una finura musical muy superior a Brahms”… Al basarse en el sentimiento provocado en cada uno, para Kant este tipo de afirmaciones serían totalmente lícitas, pues cada sentimiento está recluido en la esfera de lo subjetivo.
Luego llegaría Hegel con su tesis del fin del arte, en el que expresa su malestar por este asunto, ya que si se recluye todo a la esfera del sentimiento casi cualquier cosa podemos decir que es arte, podría ser una señal de tráfico o el cartel del metro, y ese sería para él precisamente “el fin del arte”. Aquí estaría pegando una patada en la boca a Kant, acusándole de cargarse el juicio estético y los límites del arte. A unos les gustará más Kant y a otros Hegel (aunque haya muchos más que ignoraremos por motivos de brevedad).
No es mi intención establecer un preciso barómetro para medir las pulsiones del arte, del juicio estético…Determinar objetivamente qué es mejor o peor en cuestión de gustos, pues eso es imposible y muy nazi. Pero me niego a admitir como hace Kant que el juicio estético repose totalmente en la subjetividad, y que es totalmente lícito decir A, que B o que C con la misma legitimidad.
Hay gente con más gusto que otra, hay gente con más sensibilidad que otra, no todos somos iguales. Así que fórmate, fundamenta tus opiniones lo más posible, párate a pensar porque una cosa te gusta más que otra, detente e investiga que es lo que te hace vibrar y por qué… Creo que ese es el camino, el camino de la reflexión personal. Hoy está amenazado, ya que otros ya piensan por ti, especialmente nuestra mejor amiga, la publicidad, pero hay que intertarlo… Y creerme, de gustos hay mucho escrito y muy poco leído.
Kant era una persona bastante ordenada y meticulosa, su filosofía siempre aspiró a ser el culmen del orden y del rigor. Tanto su ética como su teoría del conocimiento aspira siempre a una condición universal, es decir, válida para todos. Cuando llega al juicio estético intenta hacer exactamente lo mismo, una forma universal de juzgar sobre lo bello y lo feo. Evidentemente no lo consigue, Kant se va al traste y percibe que esa clase de juicios están fundamentados en el sentimiento, en lo que a uno le hace vibrar interiormente al mirar un cuadro o al escuchar una pieza de música. Por lo tanto Kant se carga el juicio estético al fundamentarlo en la subjetividad de cada uno, o dicho de otra forma, “para gustos no hay colores”.
Muchos estarán de parte de Kant, pero, ¿realmente alguien se cree esto? ¿Vamos a admitir con rigor la posibilidad de no poder establecer la superioridad de un trazado artístico sobre otro, al fundarlo sobre el sentimiento individual? Eso sería dar paso a afirmaciones de este calibre: “El codigo da Vinci es mejor libro que Hamlet” o “Chenoa tiene una finura musical muy superior a Brahms”… Al basarse en el sentimiento provocado en cada uno, para Kant este tipo de afirmaciones serían totalmente lícitas, pues cada sentimiento está recluido en la esfera de lo subjetivo.
Luego llegaría Hegel con su tesis del fin del arte, en el que expresa su malestar por este asunto, ya que si se recluye todo a la esfera del sentimiento casi cualquier cosa podemos decir que es arte, podría ser una señal de tráfico o el cartel del metro, y ese sería para él precisamente “el fin del arte”. Aquí estaría pegando una patada en la boca a Kant, acusándole de cargarse el juicio estético y los límites del arte. A unos les gustará más Kant y a otros Hegel (aunque haya muchos más que ignoraremos por motivos de brevedad).
No es mi intención establecer un preciso barómetro para medir las pulsiones del arte, del juicio estético…Determinar objetivamente qué es mejor o peor en cuestión de gustos, pues eso es imposible y muy nazi. Pero me niego a admitir como hace Kant que el juicio estético repose totalmente en la subjetividad, y que es totalmente lícito decir A, que B o que C con la misma legitimidad.
Hay gente con más gusto que otra, hay gente con más sensibilidad que otra, no todos somos iguales. Así que fórmate, fundamenta tus opiniones lo más posible, párate a pensar porque una cosa te gusta más que otra, detente e investiga que es lo que te hace vibrar y por qué… Creo que ese es el camino, el camino de la reflexión personal. Hoy está amenazado, ya que otros ya piensan por ti, especialmente nuestra mejor amiga, la publicidad, pero hay que intertarlo… Y creerme, de gustos hay mucho escrito y muy poco leído.
miércoles, 25 de agosto de 2010
Apuntes de batalla.
La educación y la formación son el asunto que más urge corregir en nuestra decadente sociedad.
Nuestro lenguaje está enfermo, si quieres cambiar la realidad empieza por el lenguaje.
La apariencia es algo de lo que no se puede escapar, sé consciente de su presencia.
Madurar implica renunciar.
La realidad es jodidamente dura, inenta al menos que sea honesta.
La felicidad suele ser efímera, generalmente asociada a los sentimientos.
Hoy en día hay abundancia de miseria y miseria de abundancia.
miércoles, 18 de agosto de 2010
Matrix, Platón y Schopenhauer.
Todo el que me conoce sabe que adoro los relatos de ciencia ficción, un género cuya fecundidad me seduce en sus proyecciones sobre la condición humana o posthumana. Matrix, de sobra conocida por todos, es una obra metafísicamente conservadora, con tintes de misticismo, el problema de la realidad aparente y la dualidad mente y cuerpo. Desde el comienzo de Matrix es ineludible pensar en la caverna platónica. La condición humana, prisionera de imágenes, esta vez en un mundo virtual.
Como en el caso platónico, el conocimiento de lo real implica un acto ruptura, de violencia, de un salir a la superficie para contemplar cara a cara lo real. Encontramos diferentes afinidades en ambos relatos, pero el desenlace difiere notablemente. Mientras en la caverna es un demiurgo cruel el que nos mantiene prisioneros, en la película la desdicha humana viene causada por las máquinas. Estas nos usan como fuente energética, y es plausible pensar que prescidan de nosotros algún día. En ambos relatos estamos prisioneros, pero en el último es la propia tecnología la que nos encierra y nos utiliza a modo de esclavos. En el caso de Platón, la salida del mundo de las imágenes era contemplar el sol cara a cara y la idea de Bien, mientras que en Matrix la salida al mundo real es desierto, como dice Morfeo "bienvenido al desierto de lo real". La realidad en Matrix no es más que ruina, un mundo cruel sin luz, un enorme estepa de arena y rayos. La realidad es dolor y sufrimiento por un lado, y por otro es maya, ilusión. Las máquinas utilizan a los seres humanos como pilas energéticas, programándoles una realidad aparente, en la que supuestamente viven. Pero cualquier salto fuera de Matrix es una salida al desierto, a la crudeza de un mundo destrozado y sin luz. Schopenhauer y su concepción del mundo como voluntad (dolor), aparecen cuando la realidad se desnuda de maya, hay un desierto que crece marcando la descomposición del mundo platónico. El traidor, Cifra, lo sabe: "¿Sabes? Sé que este filete no existe. Sé que cuando me lo meto en la boca es Matrix la que está diciendo a mi cerebro: es bueno y jugoso. después de 9 años, ¿sabes de qué me doy cuenta? la ignorancia es la felicidad.". Él conoce los dos mundos y elige Matrix, no quiere salir, no quiere ser salvado, y lo afirma rotundamente saboreando un filete que de sobra sabe que es no existe. A él lo real le importa un bledo, no soporta la realidad de nuestra posición en el cosmos, cuyo final no demasiado feliz, más bien apocalíptico, de refugio en las imágenes, muy típico de las sociedades actuales.
La metáfora que extraigo de todo ello viene a tono con los discursos de la postmodernidad, de que lo que hay ahí fuera ya no es la idea salvífica de plenitud, sino la posibilidad de poder escapar de nuestra propia condición humana, que se proyecta sobre una larga y áspera estepa, un horizonte de la nada, un pozo que hemos cavado y del que tenemos que salir, aceptar o transformar. El hombre se encuentra solo, ante la mirada de sí mismo, cuyas respuestas son las que ahora intentamos desentrañar, de momento, sin demasiado éxito, pues todavía hoy guardamos una gran incertidumbre de nuestro propio devenir. Platón lo esbozó, Schopenhauer lo bañó de crudeza, la pelota ahora está en nuestras manos.
Como en el caso platónico, el conocimiento de lo real implica un acto ruptura, de violencia, de un salir a la superficie para contemplar cara a cara lo real. Encontramos diferentes afinidades en ambos relatos, pero el desenlace difiere notablemente. Mientras en la caverna es un demiurgo cruel el que nos mantiene prisioneros, en la película la desdicha humana viene causada por las máquinas. Estas nos usan como fuente energética, y es plausible pensar que prescidan de nosotros algún día. En ambos relatos estamos prisioneros, pero en el último es la propia tecnología la que nos encierra y nos utiliza a modo de esclavos. En el caso de Platón, la salida del mundo de las imágenes era contemplar el sol cara a cara y la idea de Bien, mientras que en Matrix la salida al mundo real es desierto, como dice Morfeo "bienvenido al desierto de lo real". La realidad en Matrix no es más que ruina, un mundo cruel sin luz, un enorme estepa de arena y rayos. La realidad es dolor y sufrimiento por un lado, y por otro es maya, ilusión. Las máquinas utilizan a los seres humanos como pilas energéticas, programándoles una realidad aparente, en la que supuestamente viven. Pero cualquier salto fuera de Matrix es una salida al desierto, a la crudeza de un mundo destrozado y sin luz. Schopenhauer y su concepción del mundo como voluntad (dolor), aparecen cuando la realidad se desnuda de maya, hay un desierto que crece marcando la descomposición del mundo platónico. El traidor, Cifra, lo sabe: "¿Sabes? Sé que este filete no existe. Sé que cuando me lo meto en la boca es Matrix la que está diciendo a mi cerebro: es bueno y jugoso. después de 9 años, ¿sabes de qué me doy cuenta? la ignorancia es la felicidad.". Él conoce los dos mundos y elige Matrix, no quiere salir, no quiere ser salvado, y lo afirma rotundamente saboreando un filete que de sobra sabe que es no existe. A él lo real le importa un bledo, no soporta la realidad de nuestra posición en el cosmos, cuyo final no demasiado feliz, más bien apocalíptico, de refugio en las imágenes, muy típico de las sociedades actuales.
La metáfora que extraigo de todo ello viene a tono con los discursos de la postmodernidad, de que lo que hay ahí fuera ya no es la idea salvífica de plenitud, sino la posibilidad de poder escapar de nuestra propia condición humana, que se proyecta sobre una larga y áspera estepa, un horizonte de la nada, un pozo que hemos cavado y del que tenemos que salir, aceptar o transformar. El hombre se encuentra solo, ante la mirada de sí mismo, cuyas respuestas son las que ahora intentamos desentrañar, de momento, sin demasiado éxito, pues todavía hoy guardamos una gran incertidumbre de nuestro propio devenir. Platón lo esbozó, Schopenhauer lo bañó de crudeza, la pelota ahora está en nuestras manos.
martes, 10 de agosto de 2010
Al borde del abismo.
Nos encontramos al borde del abismo. En mi humilde opinión la situación política y geofísica apuntan al desencadenamiento de una guerra inminente a escala global, entre otras cosas porque la tecnología lo permite. No porque se produzca en todas y cada una de las partes del globo, sino que prácticamente la totalidad de los países tendrá que tomar partido. Los indicadores de alarma van en aumento, pero claro, hoy en día no está bien visto políticamente ser alarmistas, así que la mayoría lo ve lejano e improbable. Han pasado unos cuantos años desde el fin de la segunda guerra mundial, demasiados me parece a mi. La diferencia actual estriba en que numerosos países tienen capacidad atómica, y muchos de los que la poseen quieren un trozo más grande de un pastel que se reparten entre muy pocos. A ello hay que sumar la polarización de los discursos que se dan entre culturas totalmente enfrentadas en un contexto de globalización planetaria bastante pobre y desigual. No quiero ser pesimista ni alarmista, pero cuando uno lo ve venir con cierta claridad ignorarlo sería de necio. India, Pakistán, EE.UU., China, Rusia, Corea del Norte, Irán, Israel... Están acumulando armamento atómico con inversiones multibillonarias, alimentando una carrera armamentística cada vez más sofisticada y de mayor alcance destructivo.
Hablaba con mi amigo Jorge de que un submarino ruso de la clase Typhoon es capaz de lanzar un misil de 100 megatones (99 veces mayor que la bomba de Hirosima) a una distancia de 8.000 km y bajo el fondo del mar. La capacidad logística y estratégica ha mutado hasta tales extremos que nos costaría imaginar el desenlace de un conflicto bélico de tales dimensiones. Eso sin contar con las nuevas armas secretas desarrolladas por los departamentos de defensa de múltiples países. Todavía no se ha agredido con una bomba H a ninguna nación, cuyo alcance destructivo roza el de los jinetes del apocalípsis. La situación es realmente penosa, estamos al borde del abismo. El intento de igualar las economías mundiales, de terminar con el hambre, y en definitiva, tomarse en serio el desarrollo humano nunca ha estado en las agendas de los países poderosos. El caso de África es claro, la técnica y la ciencia se eregían como salvadoras planetarias, pero el desarrollo no ha sido dirigido para subsanar las necesidades básicas más urgentes de un continete que agoniza desde hace siglos.
Por desgracia la ciencia no investiga lo que le da la gana. Gadamer ya señalaba que todo desarrollo esta empujado por motivaciones políticas, económicas y fuentes de poder que se han esforzado más en crear un album de aparatos para satisfacer el ocio occidental, que invertir en un verdadero esfuerzo humano en subsanar las dolencias de la madre Tierra en su conjunto. Esperamos con ansias la I-pad, los nuevos vehículos y las modas venideras para estar más alienados e ignorar los asuntos más relevantes. No penseís que es casualidad, es fruto de las directrices tomadas por las elección de un modelo productivo fallido. Se sabe, pero no se hace nada. Las potencias siguen queriendo poder, nos han vendido de que somos la sociedad más avanzada del historia de la humanidad, cuando es evidente la falta de compasión de los bloques que dirigen la mayor parte de las decisiones que afectan a la humanidad. Podría seguir escribiendo datos, síntomas a todos los niveles que respaldan lo que digo, pero no me quiero enrrollar, creo que lo fundamental de la entrada está dicho. Buenas noches y buena suerte.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Naturaleza y gilipoyez.
El ser humano siempre ha tenido que hacer frente a los avatares de la existencia. En los comienzos buscaba agua y alimentos en un medio hostil, la naturaleza. La naturaleza se rebelaba como oposición a superar, nos dábamos de tortas por conseguir buena caza y sobrevivir en el entorno. Pero esa naturaleza que marcaba los pasos evolutivos de la raza humana ha cambiado de papel, ya no nos integramos en natura, ahora nos integramos en la urbe. Marcados por el desarrollo tecnológico y político, hoy en día nuestra supervivencia y adaptación al medio pasa por ir al supermercado, en lugar de cazar, pasa por tener permiso de residencia y seguridad social, pasa por adaptarse a una burrocracia y el pago de impuestos, en definitiva, pasa por la adaptación de unas leyes y costumbres marcadas por pautas humanas. Ya no se hace frente a lo natural, al medio que nos rodea, ese medio ahora somos nosotros.
Es muy diferente, por lo que vemos, la situación en la que estábamos y en la que estamos. La naturaleza no pregunta, actúa y se desenvuelve, pero en el caso de los hombres no ocurre así. Las normas, las pautas, las formas de vida del hombre occidental son puramente humanas, humanas demasiado humanas, fruto de la cultura y las creaciones, lo cual, si se piensa fríamente es aterrador. Es aterrador porque es el hombre el que se enfrenta a sí mismo hoy en día, es aterrador porque todo tipo de empobrecimiento e inadaptación al nuevo medio viene señalado por una cultura en decadencia, con demasiados agujeros, incompleta, cruel, donde no se intenta velar por la felicidad, sino que todo se convierte en una lucha de competencia y eficacia, productividad y gasto, las nuevas pautas de adaptación pasa por ser partícipe del engranaje en que vivimos.
Si dominar la naturaleza nos llevó siglos, dominar al hombre a día de hoy es tarea de locos. La historia nos enseña que toda época ha tenido sus dificultades, pero hoy en día ya no temo a un tornado o a una peste, lo que me preocupa es que se tiren 200 cabeza nucleares en el planeta, legitimado por una ostentación de poder irracional.
Mi propuesta para no volverse loco es la siguiente. Trasciende y reflexiona, decide, sino otros lo harán por ti.
Ignora por completo los criterios estéticos instaurados por la publicidad y la televisión, son modelos de vida falaces y simplones. Lee, cultiva tu espíritu, aléjate de lo calculador, de las mentes de rueda y de metal, en la vida hay muchas cosas no dichas, y otras no se dirán jamás, intenta descubrirlas. Ten confianza en tí mismo, cuida de tus amigos y aprende a reír.
martes, 3 de agosto de 2010
Empezar de cero.
En ninguna otra época como en la nuestra se abre la posibilidad de empezar de cero, de iniciar. Hoy en día una persona es capaz de rehacer su vida con más plasticidad y posibilidades que en ningún otro tiempo. Las sociedades actuales ponen de manifiesto que podemos cambiar de trabajo, de lugar de residencia, de pareja... Y casi cualquier actividad que implique empezar de cero es factible. Puedes dejar la carpintería y aprender japonés, puedes divorciarte y rehacer tu vida, puedes irte a vivir donde llevas años queriendo escapar, puedes hacer amigos de china desde tu casa... Las causas que facilitan ese inicio son múltiples y de difícil precisión, lo que está claro es que las velocidades vertiginosas en las que funciona el mundo occidental favorece dicha disposición a comenzar de nuevo.
Evidentemente esto no significa que sea fácil, o que tengamos los medios necesarios para realizar esos cambios, ya sea por dinero o por compromisos que nos atan, pueden darse situaciones que nos entumezcan y nos obliguen a fastidiarnos y a dejarlo todo en un bonito sueño. En este sentido me gustaría señalar que aunque muchas veces son necesarios bienes materiales para llevar a cabo un cambio, la gran mayoría de las veces no es tanto el dinero y las facilidades que este nos puede otorgar lo que nos detiene, sino nuestros miedos.
El miedo paraliza, el miedo te constriñe, el miedo acosa a tu "yo" y lo deja sin armas, dinamita tu estima personal y acaba por paralizarte. Si veníamos hablando de la ventaja de empezar de cero con garantías de reconstruir nuestra vida, es algo que no podemos llevar a cabo si no nos queremos a nosotros mismos. Me fastidia llegar de nuevo a este punto al que tantas veces he llegado en mis entradas, pero es que el A, B, C de la psicología y el núcleo de muchísimos pensadores empieza siempre por ahí, por quererse a uno mismo. Si no te amas a ti mismo difícilmente podrás querer a otros, y en ello reside la fuerza y la energía necesaria para afrontar una vida que en algún momento acaba por mostrarnos su cara más oscura. Como vemos, de poco sirve tener esa posibilidad de inicio enfrente si no somos capaces de movernos, así seremos incapaces de resetearnos. Pero la posibilidad esta ahí, existe y es factible, nunca fácil. No es fácil el comienzo, no es fácil mirar atrás, ver el camino recorrido y lanzarse a caminar por un nuevo terreno, no es fácil reconstruir, no es fácil crear y elegir los elementos necesarios para llevar una nueva vida razonablemente feliz, da pereza y tampoco es nada fácil saber lo que uno quiere. Mucha gente pelea durante largo tiempo por un motivo que alcanza y siente que no era eso lo que buscaba.
Pero el viaje y la búsqueda merecen la pena, la felicidad es demasiado preciada como para ser un camino de rosas, sino el mundo no estaría tan enfermo. El valor de comenzar de cero existe, pero exige partirte la cara, como por todo lo que guarda realmente algún significado de valor. Aquí no hay garantías de éxito, no hay seguridad, la vida nunca se deja coger totalmente por el cogote para satisfacer nuestras peticiones, sólo el arrojo, la fuerza, la valentía y el amor a uno mismo es capaz de elevarnos sobre el miedo, que permite después de una larga lucha aprovechar el valor de inicio. Acabo con la frase que siempre me decía mi amigo Emmanuele Pedutto ;"¿Y si no tuvieras miedo?" Aprende a reír, aprende a buscar.
domingo, 1 de agosto de 2010
miércoles, 28 de julio de 2010
La vida como lavadora.
La vida es inabarcable. No hablo de su forma biológica que también considero inabarcable, sino su interpretación desde la supuesta "objetividad humana". El problema fundamental que a mi parecer se presenta es que la vida no puede ser interpretada bajo una forma cerrada y definida. Me refiero a que cualquier interpretación que queramos darle, la mata en alguna de sus partes, ya que los límites que podamos establecer para definirla no lo consiguen como desearíamos. Ya sea a través de la escultura, la pintura o la literatura siempre hay algo no dicho, no explicable, no representado. De ahí que resulte tan complicado intentar racionalizar la vida con la intensidad y el rigor que muchos desearían.
¿Qué es la vida?¿Cómo reconocerla?¿Qué esperar de ella cuando ella no espera a nadie más que a sí misma? La riqueza y el ser incompleto de la vida huye de toda atadura, de toda forma fija y delimitada, no se deja domar por la racionalidad ni ser atrapada bajo la red del entendimiento, hay algo de ella que siempre escapa, que siempre queda fuera. Es por eso que quizás la vida sea algo incompleto, inacabado, en constante formación y cambio, movimiento intrínseco de una existencia que a modo de Heráclito siempre está mutando, siempre transformándose. Esa una de las propuestas formuladas por muchos pensadores, por muchos artistas, por muchos literatos. Mi experiencia personal me habla de que vida pide más vida, la vida llama a más vida, lo que no quiere decir que no haya muerte o perecer, ya que esa misma vida es la que posibilita la caída, el despojo de sí misma, su transformación, su edificación constante e imperecedera.
Todo lo que acontece en la vida de una persona se traduce en valoración, hay acontecimoentos que nos resultan gratos, otros no tanto, otros nos resultan indiferentes, otros impresionantes, otros aborrecibles. Pero a la vida eso no le importa. Ella actua y baila frente a nosotros, ajena a nuestras valoraciones o nuestros propósitos, si nosotros no estuviesemos la vida seguiría estando ahí, lo único que sucedería es que no habría nadie que contarlo, nadie que leerla o expresarla como lo estoy haciendo yo ahora. Pero el ser humano intenta predecir, intenta enmarcar su existencia en un telón de fondo que cuando menos nos lo esperamos se revuelve y nos cambia la escenografía, la mayoría de las veces sin pedirlo, porque como dije antes ella actua por su cuenta.
¿Significa esto que debemos quedarnos de brazos cruzados, esperando a su magnífico e impotente obrar, ya que nosotros no podemos domesticarla? La respuesta desde mi punto de vista es no. Si lo hacemos la lluvia de palos que te caerá estaría garantizada, y yo no lo aconsejaría pese a que muchos lo hacen. El no poder abarcar, el no poder exprimir no significa pasividad, in-acción, pasotismo o rendición ante la misma, es más ante cualquier cosa elección, acto, potencia. Pese a no poder conocerla de forma exhaustiva podemos aprender de su pulso, de sus pasos, de sus escenas, luchar por embellecerla y ponerla a nuestro favor en la balanza...
Aún así hay algo que siempre me queda de fondo, como una radiación cerebral que me atosiga, que le doy vueltas, una fuerza inaprensible, inefable, para algunos existente, para otros inexistente, otros no saben que pensar y otros lo piensan si se matiza, su nombre es el azar. Azar desde donde uno nace, su época histórica, la gente que conoce, los hechos que acontecen bajo su dominio. Es algo que me cuesta traducir, que me cuesta digerir bajo una forma condensada. ¿Es azar que haya conocido a mis amigos y forjado una relación así? ¿Si hubiera estudiado en otro sitio brotaría una gente afín a la que conozco? ¿Es una marco de posibilidades que juega constantemente y cuando se reunen ciertas condiciones suscita el objeto deseado?¿Cuanto podríamos aguantar así, bajo el influjo de probabilidades y el encuentro de gente afín?¿Es cuestión de tiempo?¿De esfuerzo?¿Es un cómputo de todo? ¿Cómo va a ser un cómputo de "todo"?eso es como decir un cómputo de nada. ¿Por donde agarrarse, que postura tomar ante los hechos que a uno le han acontecido?. Yo me lo pregunto, yo me lo cuestiono y mi respuesta no alcanza reposo.
lunes, 14 de junio de 2010
Apuntes incompletos sobre postmodernidad.
No se puede escribir una entrada seria sobre la postmodernidad, las numerosas ideas y matices que exigen una exposición seria sobre el tema no están al alcance de una entrada de blog, por eso voy a escribir sobre ello. El propio término está lleno de equívocos, de difícil precisión y distinción. La postmodernidad se supone como un periodo histórico, posterior a lo moderno (que podemos decir que se inició en el siglo XVI, aunque exigiría más matices). Es en el siglo XIX donde comienza a cuestionarse el discurso y las bases sobre el que la humanidad caminaba, y creo personalmente que es en el siglo XX donde se cuaja todo el material acumulado. Para una primera aproximación podemos decir que el pensamiento moderno tenía fe en nuestro conocimiento, en las capacidades de la razón que tan consolidadas quedaron tras la ilustración, fe en el progreso, la humanidad avanzaba en linea recta, fe en los discursos del hombre que se veía capaz de dominar el mundo, fe en las teorías bien construidas, de sólida base y crecimiento, fe en la historia que deparaba un final feliz para nuestro género. El siglo XX puso de manifiesto que no ha funcionado demasiado bien, guerras mundiales y bombas atómicas, la tecnología y la ciencia no han cumplido sus promesas d hacer un mundo más fácil, la pobreza y el hambre en el mundo sigue acechando por todo el planeta, el proyecto ilustrado ha fracasado.
La postmodernidad se cuestiona todos los referentes de la modernidad, especialmente el fin de la metafísica. La importancia de este hecho es notable, la metafísica que inició Aristóteles ha configurado el conocimiento que tenemos sobre el mundo desde nuestros orígenes, es difícil precisar el gran alcance que ha tenido en todas las áreas de conocimiento el discurso metafísico: en política, en ciencia, en el arte, en la religión, ética... La metafísica preparó un lenguaje, unos conceptos, aportó un sentido al mundo y una finalidad, y sobre ella nuestra cultura se ha elevado durante más de veinte siglos. Los referentes de lo postmoderno nacen en Nietzsche, con el nihilismo consumado (superado) y apuntalado posteriormente en Heidegger. Todas las categorías del conocimiento se ponen en duda, no con ánimo de eliminar todo lo anterior, ni siquiera de apartarlo, sino de superarlo. Exige el fin de la metafísica, y con ella todo el aparato conceptual de la modernidad. El discurso ahora se vuelve fragmentario, ya no existe el progreso histórico hacia una meta o un fin, se produce por lo tanto una secularización del progreso, vaciación de esta idea. Con ello le sigue una relativización de los valores del hombre, ante la multiplicidad de culturas y falta de referentes consolidados, pues Dios ha muerto. Nacen visiones y perspectivas distintas que reivindican sistemas de valores contrapuestos (Lyotard). No se trata de que ahora vale todo, ni mucho menos, pero la desembocadura del discurso obliga a una reformulación y superación de lo anterior, y se coloca el acento en la esfera personal. Se escuchan otras voces, lo "otro" de la razón, se cuestiona lo que se ha dejado de lado, lo que se ha apartado y se "deconstruye" , de ahí la escuela deconstruccionista. El arte toma un nuevo rumbo, se deshumaniza y se aleja de lo humano (deshumanización del arte en Ortega), y la expresión artística contemporánea a veces resulta distante y vacía, porque se mueve en categorias diferentes, ya no busca la forma, ya no busca la belleza ni la armonia, ni la clara disposición de colores, busca mostrar lo que se ha dejado apartado, de lado, y se vuelca en otras vías que ponen en jaque lo que se ha venido dando. Aquí finalizan los apuntes incompletos sobre postmodernidad.
martes, 8 de junio de 2010
Conocer es reconocer.
Hoy en día, en muchas ocasiones, ser, es, ser reconocido. El reconocer es lo que otros saben de nosotros, lo que reflejamos al mundo de las otras mentes. El problema es que muchas veces se reconoce para mal, o de forma sesgada, o exagerada, eso dependerá mucho de la sociedad en la que uno viva, que vincula el reconocimiento a una serie de objetivos y criterios con las que se entabla el éxito. Esa es una de las pautas de hoy en día, pero no quiere decir que tengan razón, es confundir imagen con realidad, imagen de lo que "somos" y lo que "somos" realmente. En el siglo que vivimos, los señores del dar a conocer son bastante perversos: criterios ciegos, valoraciones desmedidas, prejuicios al orden del día, intereses, estrategias, poder, ansia de venta, anestesia, esclavitud a estereotipos... Una oscura nube que lo envuelve casi todo. Pero siempre quedará el ser, permanecerá lo que tú eres independientemente de ellos, si no quieres ser destruido, porque toda vida se funda en una identidad, biográfica, literaria, única e intransferible. Esa identidad emerge del fondo de uno mismo, y los criterios que la formen no pueden ceder su responsabilidad a los otros, si es que algún día quieres ser algo, más allá de un código de barras.
jueves, 20 de mayo de 2010
Estética del horror natural: el corazón de las tinieblas de Joseph Conrad.
Si Lovecraft es una de las principales figuras a la hora de trasmitir una estética del horror sobrenatural, a mi juicio, Conrad es el máximo exponente del horror natural. Para los descuidados decir que la famosa película Apocalipsys Now es una adaptación de la novela situada en Vietnam. El libro habla del proceso colonial africano, donde los europeos, algunos con más culpa que otros, mostraron la cara más amarga y cruel del dolor a los incivilizados. Es una estética mucho más cercana, realista y palpable, esta ahí fuera y dentro de nosotros, es la estética del horror del hombre y la naturaleza. Es por lo tanto un relato de los instintos primeros de nuestra condición, que no están extintos, siguen ahí, les tememos, por eso queremos olvidarlos y enterrarlos. La novela puede leerse en varias claves. La primera de ellas podríamos vislumbrar una crítica a la colonización del Congo, de cómo los europeos civilizados e “iluminados” por el progreso devastan toda una zona de riqueza natural sin ningún tipo escrúpulo, a base de mano esclavista y de explotación de recursos. Pero su reflexión estética y moral va mucho más allá de una situación histórica concreta. Es en este punto donde nos centraremos. No podemos hacer una lectura admitiendo la tesis de que es el olvido del hombre, algo que ya no existe y ha desaparecido, porque la actualidad del tema es pasmosa ante una mirada atenta.
Remo Bodei admite que gozar de una obra de arte es un delito, las grande obras de la humanidad, nuestra cultura, han sido construidas a costa de grandes sufrimientos de violencia, este sentimiento nos impide gozar, ya que toda cultura se vuelve un documento de barbarie. El pasado espera que el presente redima esas injusticias. No quiero dar más rodeos, sencillamente poner de manifiesto que la violencia tan condenada en nuestra sociedad es una condena ilusoria, porque a través de ella Occidente ha llegado hasta donde está, y no estaría de mas decir que seguimos ese mismo camino.
El libro de Conrad es una obra maestra, como ya he señalado con una terrible actualidad y cercanía. Se podrían escribir volúmenes sobre ella, yo me centraré en el horror como condición humana y los límites que impone. La idea del hombre se desnuda ante la cruda la realidad, tremendas fuerzas se desatan hasta alcanzar una locura que llega a ser testimonio de cordura, en un marco natural que poco tiene que ver con salir de excursión al campo. Aquí la naturaleza se muestra como la auténtica casa del hombre, su lugar esencial donde se desenvuelve. Pero no resulta una naturaleza cercana y amable, no es la madre tierra que nos proporciona alimentos y lugar en paz donde vivir. Es una naturaleza densa, pesada, frondosa y hostil. En su corazón aparecen las tinieblas que acechan y te atrapa, muestra el secreto más salvaje de todo ser viviente, donde las fuerzas elementales de cualquier ser vivo se disparan. Las fuerzas naturales como fuerza elemental de la que nos hemos distanciado. Jünger habla del dolor, de la barbarie que es capaz de soportar el hombre, aquí esa barbarie acaba enviando a las personas al mismo centro del dolor, del miedo. Fuerzas naturales de la noche que acaban atando a uno a las propias tinieblas. Cuanto más se penetra en la jungla, con mayor fuerza surge ese instinto animal que todos llevamos dentro: “Traté de romper el hechizo, el pesado y mudo hechizo de la selva, que parecía atraerle hacia su despiadado seno despertando en él instintos brutales y olvidados, trayéndole a la memoria pasiones monstruosas y satisfechas”.
La jungla del Congo evoca directamente los instintos latentes y adormecidos de los hombres, satisfacciones y fuerzas que vetamos desde el momento en que nacemos. No conseguimos que desaparezcan, hoy en día hay saltos de violencia que podemos ver en los telediarios. Desgracias ajenas y noticias de la prensa amarilla que demuestra que cuando aparece un resquicio de los sentimientos más oscuros de la persona, emanan con fuerza y lo tachamos de actitud incomprensible. Nos quedamos anodinados cuando vemos o leemos una noticia, preguntándonos a nosotros mismos cómo puede ocurrir, y la realidad es que en ningún momento podemos dejar de ser lo que somos. La naturaleza acogedora acaba desgarrándose, un desgarro de la contradicción humana donde sólo existe el horror para sobreponerse.
Es un camino peligroso, el corazón de África como núcleo de la barbarie, tanto de unos como de otros. Es casi como una reminiscencia de lo que habíamos sido, y de lo que seguimos siendo pese a que no lo veamos. La naturaleza susurra cosas que jamás habíamos oído sobre nosotros mismos, se nos revela como intratable, como guardiana de los instintos más plenos y primarios del hombre. La pregunta es saber hasta que punto podemos controlarlo.
El libro de Conrad es una obra maestra, como ya he señalado con una terrible actualidad y cercanía. Se podrían escribir volúmenes sobre ella, yo me centraré en el horror como condición humana y los límites que impone. La idea del hombre se desnuda ante la cruda la realidad, tremendas fuerzas se desatan hasta alcanzar una locura que llega a ser testimonio de cordura, en un marco natural que poco tiene que ver con salir de excursión al campo. Aquí la naturaleza se muestra como la auténtica casa del hombre, su lugar esencial donde se desenvuelve. Pero no resulta una naturaleza cercana y amable, no es la madre tierra que nos proporciona alimentos y lugar en paz donde vivir. Es una naturaleza densa, pesada, frondosa y hostil. En su corazón aparecen las tinieblas que acechan y te atrapa, muestra el secreto más salvaje de todo ser viviente, donde las fuerzas elementales de cualquier ser vivo se disparan. Las fuerzas naturales como fuerza elemental de la que nos hemos distanciado. Jünger habla del dolor, de la barbarie que es capaz de soportar el hombre, aquí esa barbarie acaba enviando a las personas al mismo centro del dolor, del miedo. Fuerzas naturales de la noche que acaban atando a uno a las propias tinieblas. Cuanto más se penetra en la jungla, con mayor fuerza surge ese instinto animal que todos llevamos dentro: “Traté de romper el hechizo, el pesado y mudo hechizo de la selva, que parecía atraerle hacia su despiadado seno despertando en él instintos brutales y olvidados, trayéndole a la memoria pasiones monstruosas y satisfechas”.
La jungla del Congo evoca directamente los instintos latentes y adormecidos de los hombres, satisfacciones y fuerzas que vetamos desde el momento en que nacemos. No conseguimos que desaparezcan, hoy en día hay saltos de violencia que podemos ver en los telediarios. Desgracias ajenas y noticias de la prensa amarilla que demuestra que cuando aparece un resquicio de los sentimientos más oscuros de la persona, emanan con fuerza y lo tachamos de actitud incomprensible. Nos quedamos anodinados cuando vemos o leemos una noticia, preguntándonos a nosotros mismos cómo puede ocurrir, y la realidad es que en ningún momento podemos dejar de ser lo que somos. La naturaleza acogedora acaba desgarrándose, un desgarro de la contradicción humana donde sólo existe el horror para sobreponerse.
Es un camino peligroso, el corazón de África como núcleo de la barbarie, tanto de unos como de otros. Es casi como una reminiscencia de lo que habíamos sido, y de lo que seguimos siendo pese a que no lo veamos. La naturaleza susurra cosas que jamás habíamos oído sobre nosotros mismos, se nos revela como intratable, como guardiana de los instintos más plenos y primarios del hombre. La pregunta es saber hasta que punto podemos controlarlo.
Kurtz, es el personaje principal, no es el que más aparece pero es el resultado de todo lo que se ha ido gestando, el culmen de la situación desatada. Él no elige, sobrevive y comprende que el miedo que ata al ser humano le hace inservible. Vence al miedo y entonces todo se descontrola. “Yazgo aquí, en la oscuridad, esperando la muerte”. Kurtz claramente inicia un viaje de no retorno, o mejor dicho, de retorno a lo originario, a la verdad en sentido griego, lo que está patente. Más que pesimismo y negación viene a ser una aceptación, digiere la crudísima realidad que le ha llevado al límite antes de que le destruya, sabiendo que el mundo le supera en fuerza. Ya no lucha por unos ideales porque lo que se impone es la realidad, la realidad de un ser viviente en el que su destino no puede ser tomado por las riendas.
Dice así: "¡Mi destino! La vida es una bufonada: esa disposición lógica para un objetivo vano. Lo más que se puede esperar de ella es un cierto conocimiento de uno mismo, que llega demasiado tarde, y una cosecha de remordimientos inextinguibles. Yo he luchado a brazo partido con la muerte. Es la disputa menos emocionante que podáis imaginar”. El viaje no siempre es compensatorio, sino todo lo contrario, el viaje no puede dejar indiferente, porque sino no sería viaje. A lo largo del viaje las noticias que va recibiendo de Kurtz le despiertan un interés por él y el misterio de lo que está sucediendo en el núcleo selvático. Llegará un momento en que Kurtz se eleve, a un rango mitológico y reciba admiración por parte de Marlow, al menos hasta que se encuentre con él. “¿No habla usted con el señor Kurtz?... A ese hombre no se le habla, se le escucha…” La novela va nutriendo la figura de un Kurtz, al que acusan de haber perdido la razón, y en el viaje se perfila su icono hasta elevarlo a una categoría más allá de lo humano, quizás no más allá, pero sin duda, en la parte final del libro uno no tiene duda de que Kurtz esta rozando los límites del hombre. Marlow se encarga de dar testimonio de ello, desde la luz hasta los infiernos, el mundo es una mezcla de ambos.
Kurtz representa la aniquilación de los valores de la razón, del progreso y la civilización que conocía. Experimenta un regreso al animalismo que está latente en nuestro ser. Ante la pasmosa experiencia que le toca vivir, llena de miedos y horrores, llega a un punto de asimilación de los mismos hasta volverle loco. Se rodea de cadáveres empalados, se muestra impasible a la barbarie y al canibalismo, ya le da igual todo, y comprende que eso es el ciclo vital en estado auténtico. Kurtz acaba tomando forma mitológica, su manera sublime de ver el mundo acaba llamando la atención de quien le conoce.
En profundidad la depravación de Kurtz, es fundamentalmente fiel a la imagen de sí mismo. De todos nosotros, el conocimiento de nuestros propios límites viene totalmente condicionado a los sentimientos vividos. No se puede amar sin ser amado primero, y lo mismo ocurre a la inversa. Uno conoce, uno vislumbra el mundo y este le condiciona. Las fuerzas elementales de nuestra propia condición son en última instancia incontrolables. Cuando el dolor apura, se manifiesta y nos retuerce, cuando no podemos comprender lo incomprensible, cuando los grandes relatos históricos y metafísicos caen en ficción y la vida, desnuda se impone por sí misma.
Desgraciadamente es una estética del horror natural, pero también de la cercanía, no la ignoremos, recomiendo la lectura de la obra sin dilación alguna para ávidos lectores.
domingo, 16 de mayo de 2010
Estética del horror sobrenatural:Lovecraft y sus criaturas.
Lovecraft fue un tipo muy peculiar. Ya desde niño rehusaba de jugar con otros niños para adentrarse en los libros de la biblioteca de su abuelo. Lovecraft era un muchacho callado, enfermizo y apático. No le gustaba el pescado, sentía aberración por el mar, y por muchas más cosas. También le producían horror los invertebrados, la vida marina en general, las bajas temperaturas, los obesos, la gente de otras razas, el mestizaje, los suburbios, los instrumentos de percusión, las cuevas, los sótanos, la vejez, los grandes periodos de tiempo, los desiertos, los océanos, las ratas, los perros, la campiña de Nueva Inglaterra, la ciudad de Nueva York, los hongos, las sustancias viscosas, los experimentos médicos, los sueños, las texturas gelatinosas, el color gris, la vida vegetal, los lapsos de memoria, los libros antiguos, la niebla, los gases…
La sombra del suicidio recorrió su vida, tenía una botella de cianuro por si algún día decidía abandonar este mundo, fue una lucha feroz contra la muerte en todo momento, y eso teniendo en cuenta que el mundo le resultaba especialmente hostil. Pasó grandes penurias económicas durante toda su vida. Vivió de una pequeña herencia que pellizco durante toda su vida. Nunca llegó a la miseria, pero para subsistir miraba los precios de todos los artículos, hasta de los más básicos. Era pobre y a la vez desinteresado. Nunca tuvo gastos importantes, ni para comprarse un vehículo ni para viajar a Europa, una de sus grandes ilusiones.
Se caso con Sonya, una chica que se declaró profundamente a un Lovecraft tímido e incapaz de mostrar sus sentimientos ante quien amaba. Fueron unos años felices, él lo dice en sus cartas, hasta que en 1924 su esposa pierde el empleo y todo salta por los aires. Lovecraft buscará un trabajo para ayudar a subsistir a la familia. Pero poco tenía que decir Lovecraft de rasgos como el dinamismo, la competitividad, sentido comercial, eficiencia… Nada, no encontró nada, y no es que la época económica fuese muy mala, es que era un inadaptado.Sentía un profundo odio racial, que influiría en el resto de su obra. Su clase social estaba muy bien definida: la vieja burguesía, protestante y puritana de Nueva Inglaterra. Le parecía evidente, que gente tan educada y refinada tiene que ocupar los puestos altos del orden social. También es reaccionario, y pone las nociones orden y tradición por encima de libertad y progreso.Simplemente es muy de la vieja escuela.
Por las demás razas siente desprecio, aunque no las conozca, sencillamente ni si quiera se interesa por ellas. Aunque su miedo y asco hacia los negros hacía mella en su mente, su educación le obligaba a guardar buen tono.A ellos se referirá como bestias, humanoides aberrantes y deformes, carentes de sensibilidad, abominaciones que escupen al género humano con su existencia. Este odio no puede ser bueno para nadie.La situación se agudizo en su etapa por Nueva York, donde convivir con esos animales llego al límite.Lovecraft, que tenía que juntarse con esos burros en las colas de empleo, y ver que sus modales no le daban ninguna garantía adicional para conseguirlo, se sentía fatal. Este horror le agitaría por dentro a lo largo de su obra, provocándole unas fluctuaciones de ánimo penosas. Sentía un profundo sentimiento de fracaso por su existencia. Muere el 15 de marzo de 1937, de cáncer, educado y afable hasta el final.
En sus escritos aborda lo misterioso, incomprensible y que esta más allá de lo que puede entender nuestra razón, lo "sobrenatural". Una cosmovisión invade la literatura de Lovecraft. Bajo la superficial mirada del hombre, se halla un universo con seres antiquísimos, auténticas divinidades oscuras, que observan nuestro mundo sin que nos percatemos de su existencia. Deformes, terribles, primigenios, bestias sin rostro ni aparente forma que con solo mirarles provocan la locura. Estos seres aparecerán a lo largo de sus relatos, criaturas que poblaron la tierra mucho antes de que el hombre caminase por ella.Saberes prohibidos, libros malditos, cultos primigenios, de tribus olvidadas a unos ancestros que implacablemente destruirán la tierra. Templos perdidos, aún no hollados por el hombre, donde en sus paredes se relata el origen de todo, las verdades del mundo. Criaturas horrendas que provocan pavor a nuestra existencia. No es un horror lejano, el mundo aunque se nos muestre normal, descansa sobre su destrucción. Es un horror que está ahí, no es fantástico, es cuestión de tiempo que nos demos cuenta. La verdadera pretensión de Lovecraft es incitar al lector a pensar que existen unas criaturas colosales, de formas indescriptibles, multiformes y horrendas implicadas directamente en el origen del universo.
Nosotros no somos nada frente a ellas y vivimos sumidos en una existencia ignorante de lo real. Los personajes de sus relatos se encuentran en este nuevo mundo, que es el más real que han conocido. Un mundo que no esta hecho para ser descubierto a la mirada del hombre, porque no estamos preparados.
Un mundo con unas construcciones titánicas, llenas de jeroglíficos, grabados, esculturas retorcidas y horrendas. Salas y más salas que evocan al infinito, a lo inconmensurable. La arquitectura le fascinaba, era el elemento total. Grandes ciudades góticas, que evocan las noches de los antiguos tiempos. No se que hubiera pasado si llegase a conocer Salamanca. En sus relatos nos encontramos con enormes templos, iglesias y pirámides que no solo encarnan el aspecto arquitectónico, sino también el ritual. El rito es la sombra de esas construcciones y se encuentra íntimamente ligado a la obra.
Mientras tanto, los Dioses Antiguos duermen en la ciudad submarina de R’Lyeh, esperando su Parusía. El evento, aunque inevitable, vendrá anticipado por el horror, ya que significa la aniquilación de toda vida en la tierra. Los personajes que Lovecraft describe en sus relatos no suelen llevar el peso de la obra. Su función es mostrar al lector lo que ve y siente. Uno se integra en el personaje y camina en la historia junto a él en todo momento. De esta forma el lector se integra en el mundo y es prácticamente él mismo es quien realiza la aventura. Muy raras veces el lector posee información que los personajes desconocen, el narrador no es especialmente generoso.
El heroísmo está apartado de los relatos. Los personajes no destacan por sus virtudes (yo no desearía tenerlos como amigos frente al peligro) a la hora de tener sus aventuras, el papel del hombre ante los dioses es observar su infinitud y caer en la locura. Pueden parecernos simpáticos, y compartimos con ellos el horror. Son personas pasivas, carentes de dotes especiales. Humanos normales y corrientes que nada tienen que hacer ante la oscuridad perpetua de la locura en la que van a caer. Generalmente son estudiantes, científicos o exploradores. Lovecraft no tiene piedad de ellos, y siempre acaban enloqueciendo. Aun así todos tienen sus rarezas. En un relato uno de los personajes descubre que vive con un vampiro, y se queda con él, no hace nada por alejarse. Sufre vómitos y desmayos cuando su compañero se transforma , pero no huye y acaba enloqueciendo, ni siquiera se molesta en alquilar otra habitación. Eso no es algo muy normal que digamos...
Ningún personaje de las historias de Cthulhu vuelve a ser la persona que era. Las experiencias que padecen son tan negativas que la mayoría muere, y los que se salvan cargarán con las secuelas toda la vida, sin remedio alguno. En mi opinión ellos no son los que llevan realmente el peso de la obra, es el horror cósmico que sentimos a través de ellos. Lovecraft para ser sinceros no deja muy bien a la humanidad. A todos les esperan aventuras muy desagradables, a la mayoría les conduce a la muerte, y a los demás a la locura. Ese es el trayecto. Las grandes descripciones y atributos son para los seres innombrables con los que se encuentran.
El estilo de la obra lovecraftiana no es de gran calidad, literariamente hablando. Su escritura, abrupta en numerosos adjetivos no resulta especialmente bella. El empleo de muchas palabras, el ritmo del relato, las especificaciones constantes puede resultar un poco arduo. En algunos casos nos encontramos sustantivos con tres adjetivos. Es un estilo totalmente barroco y descaradamente arcaico. Lovecraft es más efectivo cuando evoca el reino de lo inhumano, de lo sobrenatural, de la misma forma que es mejor cuando sugiere que cuando describe. Lo suyo es un constante sugerir más que un mostrar, nunca enseña el verdadero núcleo del horror.
Realmente Lovecraft crea atmósferas. El lector se integra en el ambiente del que cada vez disponemos de más datos. Sus palabras acaban te acaban en una misteriosa tenebrosidad que incita al personaje a llegar al fondo de la cuestión, que siempre es la locura. El pulso narrativo siempre es el mismo. La curiosidad ante ciertos hechos empuja a los hombres a conocer los más temibles secretos que guarda el universo. Es una realidad que en la vida cotidiana no se observa, permanece oculto por un velo a los ojos de insignificantes y gusanos mortales.
Los personajes nunca buscan vivir esas experiencias tan nefastas, generalmente un hecho hace que se tope con ellos. Por ejemplo, una expedición a la Antártida, todo transcurre con aparente normalidad hasta que descubren una pirámide sumergida bajo el grueso hielo. Empiezan a ocurrir sucesos extraños y ellos investigan lo que sucede. A medida que avanzan en esa empresa van siendo testigos de abominaciones y horrores jamás conocidos. Sus experiencias se vuelven enloquecedoras, empiezan a perder la razón pero algo les llama a seguir, porque ante la aparente realidad algo tiembla, algo late.
El lector sigue al protagonista en todo momento, y siente con él ese vacuo horror que lleva al personaje a lo más hondo de la cuestión. Poco a poco se muestran mas detalles, que generalmente es más información, acerca de aquello que el protagonista desea saber, pero Lovecraft nunca muestra su horror directamente, siempre deja algo escondido. Cuando el viaje llega a la última etapa, los personajes son totalmente conducidos a la locura por el horror que presencian. Cthulhu se muestra, y el personaje pierde la razón sólo con verlo. Así serán todas las historias en líneas generales. Los paisajes cambian, puede ser la Antártida, un volcán o un pueblecito de Nueva Inglaterra, pero las fases son las mismas.
Así podemos hacernos una idea clara de cómo es su escritura, su ritmo, su forma de tratar a los personajes.Penetrando más en lo que puede ser el pensamiento del autor, diría que Lovecraft era materialista. Incitaba al lector a creer en divinidades materiales que querían conducir al mundo a su destrucción. Pero ese materialismo no está privado de elementos soñadores. La humanidad frente a lo infinito. Un infinito tan real como una roca. La humanidad endeble, ignorante ante los sucesos que caerán sobre nosotros, vive con los días contados. Los Antiguos, implacablemente hostiles a la débil raza humana, están más allá de la vida y la muerte. Y los personajes no son capaces de asimilarlo, su insignificante existencia frente a la cara del horror. No hay piedad, porque no existe, no somos nadie. Los sentidos son un modo de percibir el horror, la nausea, la admiración o la repulsión del universo. El terreno del horror material, para desembocar en un terror psíquico, que nos conduce a la locura. Así a través de abominables percepciones y realidades repugnantes provoca el horror en el lector. La transformación de percepciones ordinarias de la vida en fuente inagotable de pesadillas, de degeneración babosa. El terror lo oímos, para luego ser visto.
Aún así, aunque su obra no fuera brillante literariamente hablando, el terror y los horrores cósmicos de Lovecraft tienen su propio atractivo. De entre todos los escritores de terror, fue el único que se valió de esto: el Infinito Universo. Una idea que explotó constantemente, como se puede apreciar en el trabajo.
Lovecraft suele considerarse un autor de novelas y cuentos de horror. Esto, por el simple hecho de que sus narraciones, efectivamente, dan miedo. Además, incluye una serie de datos y referencias que inducen al lector a creer en la existencia real de seres tales como los Primordiales y los Profundos, y que realmente existió un árabe loco llamado Abdul Alhazred que escribió un libro llamado Necromicón. Esa mitología creada por el, desde su fantasía se llega a mostrar con una cercanía sorprendente. Además el género de terror no es sencillamente el más fácil de explotar, por lo que su aportación me resulta cuanto menos valiosa.
Creo que los límites y puntos fuertes de nuestro amigo Lovecraft son conocidos por todos. Su forma de escribir no es precisamente elegante, pero la imaginación que despliega es digna de tenerse en consideración. Conociendo un poco su vida y personalidad, no nos extrañamos del producto de su obra. Su profundo racismo a las demás razas, a las que se dirige como monstruos deformes, y su peculiar forma de concebir la existencia como una desgracia. Lovecraft huía del realismo de la vida, para pasar al mundo de lo prohibido y de lo olvidado.Quizás fuese una necesidad propia escribir estos relatos, como forma de evadirse de la vida, a la que poco aprecio le tenía. Le resultaba pesada como una losa y se esparcía en universos de orden cósmico, dioses y demonios que acechan, arquitecturas sublimes y milenarias, horrores innombrables que enlazan una serie de elementos fantásticos.
Nunca tuvo éxito en vida, sus relatos cogieron fama tras su muerte. El tiempo le dio a Lovecraft lo que él no hubiese esperado nunca. A la gente le atrae sin duda ese horror, ese estudio de la psique humana, hasta las raíces más profundas, donde la mente es frágil y tan solo un hilo separa la cordura de la locura. La profundidad de los horrores creados, el miedo a la sin razón por vislumbrar los secretos del planeta.
Sin duda Lovecraft sabía hacer eso. Entrar en nuestra cabeza, llenarla de datos, de culturas arcaicas y oscuras, con descripciones de seres abominables que rigen el mundo. Es el pulso, y su manera de mostrar los horrores, de llenar los espacios vacíos de la mente, con atmósferas envolventes de pánico, de situaciones que el hombre no está preparado para soportar. Llama la atención el papel que reserva a sus personajes, a los que siempre les reserva penuria y elementos desagradables. Me gustan los relatos de Lovecraft, creo que no es nada fácil transmitir miedo al lector, pero su fórmula de elementos me parece fascinante. Es de los pocos escritores, junto con Bram Stoker, que me llega a las fibras sensibles del miedo escrito, mucho más a mi juicio que Edgar Alan Poe.
Sus paisajes, grandes estepas desoladas, habitaciones o pueblo de la campiña de Nueva Inglaterra, volcanes que de su cráter emergen esculturas de los antiguos, ciudades de las profundidades del lecho marino. Seres y criaturas del comienzo de los tiempos, cuya existencia ignoramos, y en la que la raza humana se muestra como un gusanillo que va a ser aplastado en cualquier momento. La existencia que transcurre con aparente normalidad, hasta que se muestra su lado mas real y oscuro.
La sombra del suicidio recorrió su vida, tenía una botella de cianuro por si algún día decidía abandonar este mundo, fue una lucha feroz contra la muerte en todo momento, y eso teniendo en cuenta que el mundo le resultaba especialmente hostil. Pasó grandes penurias económicas durante toda su vida. Vivió de una pequeña herencia que pellizco durante toda su vida. Nunca llegó a la miseria, pero para subsistir miraba los precios de todos los artículos, hasta de los más básicos. Era pobre y a la vez desinteresado. Nunca tuvo gastos importantes, ni para comprarse un vehículo ni para viajar a Europa, una de sus grandes ilusiones.
Se caso con Sonya, una chica que se declaró profundamente a un Lovecraft tímido e incapaz de mostrar sus sentimientos ante quien amaba. Fueron unos años felices, él lo dice en sus cartas, hasta que en 1924 su esposa pierde el empleo y todo salta por los aires. Lovecraft buscará un trabajo para ayudar a subsistir a la familia. Pero poco tenía que decir Lovecraft de rasgos como el dinamismo, la competitividad, sentido comercial, eficiencia… Nada, no encontró nada, y no es que la época económica fuese muy mala, es que era un inadaptado.Sentía un profundo odio racial, que influiría en el resto de su obra. Su clase social estaba muy bien definida: la vieja burguesía, protestante y puritana de Nueva Inglaterra. Le parecía evidente, que gente tan educada y refinada tiene que ocupar los puestos altos del orden social. También es reaccionario, y pone las nociones orden y tradición por encima de libertad y progreso.Simplemente es muy de la vieja escuela.
Por las demás razas siente desprecio, aunque no las conozca, sencillamente ni si quiera se interesa por ellas. Aunque su miedo y asco hacia los negros hacía mella en su mente, su educación le obligaba a guardar buen tono.A ellos se referirá como bestias, humanoides aberrantes y deformes, carentes de sensibilidad, abominaciones que escupen al género humano con su existencia. Este odio no puede ser bueno para nadie.La situación se agudizo en su etapa por Nueva York, donde convivir con esos animales llego al límite.Lovecraft, que tenía que juntarse con esos burros en las colas de empleo, y ver que sus modales no le daban ninguna garantía adicional para conseguirlo, se sentía fatal. Este horror le agitaría por dentro a lo largo de su obra, provocándole unas fluctuaciones de ánimo penosas. Sentía un profundo sentimiento de fracaso por su existencia. Muere el 15 de marzo de 1937, de cáncer, educado y afable hasta el final.
En sus escritos aborda lo misterioso, incomprensible y que esta más allá de lo que puede entender nuestra razón, lo "sobrenatural". Una cosmovisión invade la literatura de Lovecraft. Bajo la superficial mirada del hombre, se halla un universo con seres antiquísimos, auténticas divinidades oscuras, que observan nuestro mundo sin que nos percatemos de su existencia. Deformes, terribles, primigenios, bestias sin rostro ni aparente forma que con solo mirarles provocan la locura. Estos seres aparecerán a lo largo de sus relatos, criaturas que poblaron la tierra mucho antes de que el hombre caminase por ella.Saberes prohibidos, libros malditos, cultos primigenios, de tribus olvidadas a unos ancestros que implacablemente destruirán la tierra. Templos perdidos, aún no hollados por el hombre, donde en sus paredes se relata el origen de todo, las verdades del mundo. Criaturas horrendas que provocan pavor a nuestra existencia. No es un horror lejano, el mundo aunque se nos muestre normal, descansa sobre su destrucción. Es un horror que está ahí, no es fantástico, es cuestión de tiempo que nos demos cuenta. La verdadera pretensión de Lovecraft es incitar al lector a pensar que existen unas criaturas colosales, de formas indescriptibles, multiformes y horrendas implicadas directamente en el origen del universo.
Nosotros no somos nada frente a ellas y vivimos sumidos en una existencia ignorante de lo real. Los personajes de sus relatos se encuentran en este nuevo mundo, que es el más real que han conocido. Un mundo que no esta hecho para ser descubierto a la mirada del hombre, porque no estamos preparados.
Un mundo con unas construcciones titánicas, llenas de jeroglíficos, grabados, esculturas retorcidas y horrendas. Salas y más salas que evocan al infinito, a lo inconmensurable. La arquitectura le fascinaba, era el elemento total. Grandes ciudades góticas, que evocan las noches de los antiguos tiempos. No se que hubiera pasado si llegase a conocer Salamanca. En sus relatos nos encontramos con enormes templos, iglesias y pirámides que no solo encarnan el aspecto arquitectónico, sino también el ritual. El rito es la sombra de esas construcciones y se encuentra íntimamente ligado a la obra.
Mientras tanto, los Dioses Antiguos duermen en la ciudad submarina de R’Lyeh, esperando su Parusía. El evento, aunque inevitable, vendrá anticipado por el horror, ya que significa la aniquilación de toda vida en la tierra. Los personajes que Lovecraft describe en sus relatos no suelen llevar el peso de la obra. Su función es mostrar al lector lo que ve y siente. Uno se integra en el personaje y camina en la historia junto a él en todo momento. De esta forma el lector se integra en el mundo y es prácticamente él mismo es quien realiza la aventura. Muy raras veces el lector posee información que los personajes desconocen, el narrador no es especialmente generoso.
El heroísmo está apartado de los relatos. Los personajes no destacan por sus virtudes (yo no desearía tenerlos como amigos frente al peligro) a la hora de tener sus aventuras, el papel del hombre ante los dioses es observar su infinitud y caer en la locura. Pueden parecernos simpáticos, y compartimos con ellos el horror. Son personas pasivas, carentes de dotes especiales. Humanos normales y corrientes que nada tienen que hacer ante la oscuridad perpetua de la locura en la que van a caer. Generalmente son estudiantes, científicos o exploradores. Lovecraft no tiene piedad de ellos, y siempre acaban enloqueciendo. Aun así todos tienen sus rarezas. En un relato uno de los personajes descubre que vive con un vampiro, y se queda con él, no hace nada por alejarse. Sufre vómitos y desmayos cuando su compañero se transforma , pero no huye y acaba enloqueciendo, ni siquiera se molesta en alquilar otra habitación. Eso no es algo muy normal que digamos...
Ningún personaje de las historias de Cthulhu vuelve a ser la persona que era. Las experiencias que padecen son tan negativas que la mayoría muere, y los que se salvan cargarán con las secuelas toda la vida, sin remedio alguno. En mi opinión ellos no son los que llevan realmente el peso de la obra, es el horror cósmico que sentimos a través de ellos. Lovecraft para ser sinceros no deja muy bien a la humanidad. A todos les esperan aventuras muy desagradables, a la mayoría les conduce a la muerte, y a los demás a la locura. Ese es el trayecto. Las grandes descripciones y atributos son para los seres innombrables con los que se encuentran.
El estilo de la obra lovecraftiana no es de gran calidad, literariamente hablando. Su escritura, abrupta en numerosos adjetivos no resulta especialmente bella. El empleo de muchas palabras, el ritmo del relato, las especificaciones constantes puede resultar un poco arduo. En algunos casos nos encontramos sustantivos con tres adjetivos. Es un estilo totalmente barroco y descaradamente arcaico. Lovecraft es más efectivo cuando evoca el reino de lo inhumano, de lo sobrenatural, de la misma forma que es mejor cuando sugiere que cuando describe. Lo suyo es un constante sugerir más que un mostrar, nunca enseña el verdadero núcleo del horror.
Realmente Lovecraft crea atmósferas. El lector se integra en el ambiente del que cada vez disponemos de más datos. Sus palabras acaban te acaban en una misteriosa tenebrosidad que incita al personaje a llegar al fondo de la cuestión, que siempre es la locura. El pulso narrativo siempre es el mismo. La curiosidad ante ciertos hechos empuja a los hombres a conocer los más temibles secretos que guarda el universo. Es una realidad que en la vida cotidiana no se observa, permanece oculto por un velo a los ojos de insignificantes y gusanos mortales.
Los personajes nunca buscan vivir esas experiencias tan nefastas, generalmente un hecho hace que se tope con ellos. Por ejemplo, una expedición a la Antártida, todo transcurre con aparente normalidad hasta que descubren una pirámide sumergida bajo el grueso hielo. Empiezan a ocurrir sucesos extraños y ellos investigan lo que sucede. A medida que avanzan en esa empresa van siendo testigos de abominaciones y horrores jamás conocidos. Sus experiencias se vuelven enloquecedoras, empiezan a perder la razón pero algo les llama a seguir, porque ante la aparente realidad algo tiembla, algo late.
El lector sigue al protagonista en todo momento, y siente con él ese vacuo horror que lleva al personaje a lo más hondo de la cuestión. Poco a poco se muestran mas detalles, que generalmente es más información, acerca de aquello que el protagonista desea saber, pero Lovecraft nunca muestra su horror directamente, siempre deja algo escondido. Cuando el viaje llega a la última etapa, los personajes son totalmente conducidos a la locura por el horror que presencian. Cthulhu se muestra, y el personaje pierde la razón sólo con verlo. Así serán todas las historias en líneas generales. Los paisajes cambian, puede ser la Antártida, un volcán o un pueblecito de Nueva Inglaterra, pero las fases son las mismas.
Así podemos hacernos una idea clara de cómo es su escritura, su ritmo, su forma de tratar a los personajes.Penetrando más en lo que puede ser el pensamiento del autor, diría que Lovecraft era materialista. Incitaba al lector a creer en divinidades materiales que querían conducir al mundo a su destrucción. Pero ese materialismo no está privado de elementos soñadores. La humanidad frente a lo infinito. Un infinito tan real como una roca. La humanidad endeble, ignorante ante los sucesos que caerán sobre nosotros, vive con los días contados. Los Antiguos, implacablemente hostiles a la débil raza humana, están más allá de la vida y la muerte. Y los personajes no son capaces de asimilarlo, su insignificante existencia frente a la cara del horror. No hay piedad, porque no existe, no somos nadie. Los sentidos son un modo de percibir el horror, la nausea, la admiración o la repulsión del universo. El terreno del horror material, para desembocar en un terror psíquico, que nos conduce a la locura. Así a través de abominables percepciones y realidades repugnantes provoca el horror en el lector. La transformación de percepciones ordinarias de la vida en fuente inagotable de pesadillas, de degeneración babosa. El terror lo oímos, para luego ser visto.
Aún así, aunque su obra no fuera brillante literariamente hablando, el terror y los horrores cósmicos de Lovecraft tienen su propio atractivo. De entre todos los escritores de terror, fue el único que se valió de esto: el Infinito Universo. Una idea que explotó constantemente, como se puede apreciar en el trabajo.
Lovecraft suele considerarse un autor de novelas y cuentos de horror. Esto, por el simple hecho de que sus narraciones, efectivamente, dan miedo. Además, incluye una serie de datos y referencias que inducen al lector a creer en la existencia real de seres tales como los Primordiales y los Profundos, y que realmente existió un árabe loco llamado Abdul Alhazred que escribió un libro llamado Necromicón. Esa mitología creada por el, desde su fantasía se llega a mostrar con una cercanía sorprendente. Además el género de terror no es sencillamente el más fácil de explotar, por lo que su aportación me resulta cuanto menos valiosa.
Creo que los límites y puntos fuertes de nuestro amigo Lovecraft son conocidos por todos. Su forma de escribir no es precisamente elegante, pero la imaginación que despliega es digna de tenerse en consideración. Conociendo un poco su vida y personalidad, no nos extrañamos del producto de su obra. Su profundo racismo a las demás razas, a las que se dirige como monstruos deformes, y su peculiar forma de concebir la existencia como una desgracia. Lovecraft huía del realismo de la vida, para pasar al mundo de lo prohibido y de lo olvidado.Quizás fuese una necesidad propia escribir estos relatos, como forma de evadirse de la vida, a la que poco aprecio le tenía. Le resultaba pesada como una losa y se esparcía en universos de orden cósmico, dioses y demonios que acechan, arquitecturas sublimes y milenarias, horrores innombrables que enlazan una serie de elementos fantásticos.
Nunca tuvo éxito en vida, sus relatos cogieron fama tras su muerte. El tiempo le dio a Lovecraft lo que él no hubiese esperado nunca. A la gente le atrae sin duda ese horror, ese estudio de la psique humana, hasta las raíces más profundas, donde la mente es frágil y tan solo un hilo separa la cordura de la locura. La profundidad de los horrores creados, el miedo a la sin razón por vislumbrar los secretos del planeta.
Sin duda Lovecraft sabía hacer eso. Entrar en nuestra cabeza, llenarla de datos, de culturas arcaicas y oscuras, con descripciones de seres abominables que rigen el mundo. Es el pulso, y su manera de mostrar los horrores, de llenar los espacios vacíos de la mente, con atmósferas envolventes de pánico, de situaciones que el hombre no está preparado para soportar. Llama la atención el papel que reserva a sus personajes, a los que siempre les reserva penuria y elementos desagradables. Me gustan los relatos de Lovecraft, creo que no es nada fácil transmitir miedo al lector, pero su fórmula de elementos me parece fascinante. Es de los pocos escritores, junto con Bram Stoker, que me llega a las fibras sensibles del miedo escrito, mucho más a mi juicio que Edgar Alan Poe.
Sus paisajes, grandes estepas desoladas, habitaciones o pueblo de la campiña de Nueva Inglaterra, volcanes que de su cráter emergen esculturas de los antiguos, ciudades de las profundidades del lecho marino. Seres y criaturas del comienzo de los tiempos, cuya existencia ignoramos, y en la que la raza humana se muestra como un gusanillo que va a ser aplastado en cualquier momento. La existencia que transcurre con aparente normalidad, hasta que se muestra su lado mas real y oscuro.
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