jueves, 21 de febrero de 2008

El hombre sabio


   Hay mas posibilidades que el naufrágio, otras épocas e historias han calado en mí. Existen muchas fuerzas y alternativas.
“Filosofar es aprender a desprenderse: no se nace libre, sino que se llega a ser, y nunca se acaba de llegar…Tal vez porque nadie es prisionero sino de sí mismo, de sus hábitos, de sus frustraciones, sus papeles, sus rechazos, sus ideología, su pasado, su mentalidad, sus miedos, sus esperanzas, sus juicios…Cuando todo esto desaparece ya no hay prisión ni prisionero: ya no hay más que la verdad, que no tiene sujeto ni amo” Comte-Sponville
 En este panorama, y en una sociedad ramificada con mil y un campos diferentes, que se entrelazan y afectan, es realmente complicado pensar, pero eso no quita que debamos omitir esa reflexión. Ninguna época histórica ha sido fácil, intentar comprender el mundo es un intento obligado para cada uno. En esta anestesia económica estamos sumergidos, en pan y circo tecnológico, sin hacer caso a las verdaderas exigencias que como persona deberíamos tener, no para que todos actúen como yo piense, sino para que al menos se pregunten ciertas cuestiones fundamentales, como la forma en que quiere vivir y como llevar a cabo una realización personal. Cualquier persona que no se pregunte mínimamente esta cuestión le diría que es un pobre hombre o que tiene la sensibilidad de una piedra. No es fácil, pero hay que luchar, aunque sea por uno mismo.
La filosofía no es un discurso, ni siquiera sabiduría, más que nada es una actitud frente a la vida.Siento predilección por aquellos autores que afirman la existencia en el sentido más amplio y autónomo del término. La filosofía es muy extensa, y existen numerosas corrientes y escuelas que paracen compartimentar las esferas que defienden enfrentandolas entre sí. No me gustan esas categorizaciones cerradas, y últimamente se tiende al encasillamiento académico (gran error). Al margen de tales discusiones, que se las dejo a los académicos, sin duda, los autores que más me han llamado la atención son aquellos que afirman la importancia de vivir con todas sus consecuencias y la alegría como actitud, aunque a veces no sea fácil de lograr. Los que ven al hombre como una potencia, como un ser que quiere perseverar en su existencia, y que adopta una postura de aceptación y alegría ante los sucesos del mundo.
  Es evidente que la vida nos pondrá en situaciones límite, verdaderamente jodidas de asumir, y que no siempre podremos mantener la calma, porque somos humanos, no robots, y somos susceptibles a fluctuaciones de ánimo. Pero es que tenemos que aceptar que el mundo no se amolda siempre a nuestros deseos, y que su fuerza es mas aplastante e impredecible que las aspiraciones que podemos mantener, para lo bueno y para lo malo, de ahí que la vida sea una caja de sorpresas. La propuesta es clara, aceptación de la realidad, afirmación de la existencia, no esperar cosas del mundo, sino dejar al mundo desenvolverse, y en ese devenir intentaremos perseverar en ese contento, en esa actitud alegre y de apertura.
"El hombre sabio remite todos sus afectos a la alegría o al deseo, ya que obra por sí mismo... La fuerza del sabio no es signo de dominio, sino de amor generoso, que contrarresta el odio, la ira y el desprecio que otro nos tiene...Tranquila seguridad del que no teme ni espera."Luciano Espinoza Rubio.
Se podría escribir muchísimo sobre temas que aquí se plantean, y la exposición podría ser mucho más amplia, pero lo que me interesa es mostrar esa actitud nucleótica de la que beben esos autores, basada en la alegria, la afirmación de la vida y el gobierno de uno mismo.


martes, 5 de febrero de 2008

Paraiso perdido, paradigma olvidado.

El Romanticismo negro tiene un potencial impresionante. La mas tardía etapa de los romanticismos llega a su cenit. Aqui va un esbozo de lo que representa en mi loca cabeza de alien.
El mundo no es un paraíso. Todas las promesas y proyectos puestos en la razón han sucumbido en el horror. La racionalidad del hombre ha llegado a su fin, y hemos de reconocer que el mundo que nos habían proyectado no se ha realizado. En un afán de vendernos lo que no se puede alcanzar nos encontramos en la situación crítica de la vida, donde las esperanzas, los deseos y anhelos se hunden en un profundo mar oscuro. Los grandes sistemas filosóficos no nos ayudan a enfrentarnos a esa realidad, la razón no cura el sentimiento, personal, individual e intransferible. Caminamos por un mundo en el que el dolor y el miedo conforma a las personas, si es que antes no las destruye, caminamos en la soledad de un camino que nos lleva inevitablemente hacía la muerte, sin que nosotros podamos hacer nada por evitarlo. Schopenhauer lo expresa muy bien:
“No obstante, y a pesar de todo el sufrimiento de nuestra existencia, nos aferramos a ella y nos estremecemos ante la perspectiva de una muerte que en todo caso ha de llegar; pues le pertenecemos por el hecho de haber nacido, y ella no hace más que jugar con su presa antes de devorarla” .
Ante tal perspectiva uno se empequeñece, se siente arrojado a un mundo que no ha pedido, que le es hostil y le plantea dificultades que no tienen solución, paradojas del destino de la vida. El sufrimiento, la soledad, los miedos, mi persona… Nadie elige nacer, ni tampoco en que época nacer, lo único que podemos hacer es decidir cómo emplear el tiempo que se nos ha dado, en un escenario lleno de crueles durezas donde nuestra capacidad de actuación es sumamente limitada.
El romanticismo negro subraya la experiencia del naufragio, lo ideal se vuelve irreal, y el centro del problema eres tu, tu persona, tu sujeto, la que siente y la que padece. Pero la vida no es generosa, y tampoco sabemos mucho de nosotros mismos “aquello que todo lo conoce y de nada es conocido, es el sujeto” diría Schopenhauer. Cada uno se revela a sí mismo como ese sujeto, pero solo en la medida en que conoce y no en cuanto es objeto de conocimiento. Así entonces presentamos un panorama más bien desolador, lleno de dificultades vitales, donde el sentimiento y la experiencia vital se vuelven los elementos principales de la formación humana. El hombre que busca respuestas, a través de sórdidos caminos, de viajes y experiencias en los que la realidad habla por sí misma y para uno mismo.
Precisamente es en esos momentos donde el hombre acude para acuñar una identidad propia, unificada y sólida. Se sale de la fragilidad en busca de una solidez que lo conforme como tal, uno busca respuestas y para hallarlas tiene que ponerse a caminar. Los grandes discursos sobre el mundo han caído, son inservibles. No podemos hacer caso a Fichte en su cuestión del yo, no podemos hacer caso a Kant para plantearnos preguntas que no podemos responder, no podemos fiarnos de pensamientos globales y de síntesis históricas de tipo hegeliano porque claramente sobrepasa nuestros límites, lo único que nos queda es la experiencia personal, la formación humana de los sentimientos vividos, aunque estos sean dañinos, y aunque nos den lo que no hemos pedido ni elegido, de eso se trata.


Ya sea en una época u otra, el hombre ha vivido bajo este tipo de presiones, ningún ser vivo a engañado a la muerte, morir es condición de todo ser viviente. El relato cambia, las formas son las mismas: la soledad, el miedo, la identidad, la muerte, el dolor, la insatisfacción, el ansia de saber, los límites de mi persona, la creación (si es que existe), el amor, el rechazo, el odio…

Los relatos van mutando, pero los problemas siguen siendo los mismos, el tiempo va pasando y el hombre “progresa”, para vivir y para hacer sufrir, en el fondo estamos como antes. La experiencia estética del viaje, unida de forma directa con los tres romanticismos, sigue la tónica del desenvolvimiento de la persona en el ámbito habitado, el viaje como necesidad vital de crecer y expandirse, de buscar una identidad no dividida ni fracturada, encontrarse a uno mismo en definitiva. Tal aventura no garantiza el éxito, tan fácil es construir como destruir, y cualquiera de estas formas puede acabar con uno. Esta obra contiene un potentísimo nivel de fuerza estética, y una clara relación al tema que tratamos, el viaje, el conocimiento de lo real, el dolor en sí mismo, la naturaleza, la insatisfacción, la imposibilidad de realización en mundo así, la soledad, el nihilismo…La persona. Toda esta corriente está relacionada y constituye el sustrato de muchas de las estéticas tecnológicas del siglo XX y XXI, el legado de Schiller, Goethe, Novallis y muchos otros es de tal riqueza que su alcance perdura en las estéticas contemporáneas.


lunes, 4 de febrero de 2008

El mundo en que vivimos es...

No podemos predecir el futuro, no tenemos imaginación para ello. Las películas futuristas siempre padecen un holocausto, o comienzan en el post-holocausto. Muerte y destrucción atraen al gran público. La imaginación no nos pone en buen lugar, despues del desastre volvemos al comienzo, la naturaleza se vuelve sacra y el hombre busca su autenticidad, pero todo es demasiado tarde. Que nefastos acontecimientos predicen las películas para cortejar al público, sediento de sangre fresca para sus ojos. Imágenes de lo que nos puede esperar, el veneno y el antídoto lo tenemos en mano, sólo hace falta joderla. Quizás Hollywood tenga razón, eso si que me joderia, pero el discurso futurista sólo tiene dos vertientes, la destrucción y el totalitarismo, es decir, aniquilación del individuo. No somos capaces de imaginar un futuro mejor, una alternativa medianamente fiable, eso causa estragos, y puede ser sintoma de abatimiento de toda una civilización entregada a sus monstruitos.

Abundancia de miseria y miseria de abundancia... No vamos por el buen camino, y como todos sabemos, los sueños de la razón producen monstruos. No quiero ser pesimista, pero a veces uno piensa y se queda sorpendido con algunas cosas. Hay gente que se muere de hambre y otros preocupados por tener un Ipod, o cualquier mierda que a veces se nos pasa por la cabeza.



Que nosotros vivamos en la miseria no ayuda nada, eso ya lo se, pero desde luego estamos entrando en una barbarie tecnológica, donde nuestro sentido de la compasión se ve totalmente aniquilado. Es muy jodido la verdad, y eso que yo estoy comodamente escribiendo esto aquí... Bueno, aunque no podamos vivir utópicamente, tampoco debemos olvidar de lo que pasa en el mundo, y saber valorar en todo caso, lo que uno tiene. Lo real es suficiente, a ver si va cambiando, ciencia ficción hermanos, al menos un poco...