martes, 28 de julio de 2009

Nietzsche y el pensamiento postmoderno.


Sabiendo de la dificultad de explicar a un autor tan controvertido como complejo, me dispongo a dar una visión del pensamiento nietzscheano lo más masticada posible sin por ello renunciar a un contenido fiel, tarea que ya resulta complicada por sí misma. El primer paso para entender el pensamiento de Nietzsche es la crítica que realiza a toda la cultura occidental. Nietzsche vivió en el siglo XIX, pero pudo ver con claridad que la cultura occidental estaba fatigada, cansada y hastiada de sí misma. Dicho de otra forma, veía que Occidente estaba inmersa en una profunda crisis, que los pilares sobre los que reposaba nuestra cultura de los últimos veinte siglos se tambaleaban e iban a desembocar en un fenómeno de vaciamiento, lo que él llamará el nihilismo. Efectivamente Nietzsche tenía buen olfato, y advirtió que los referentes axiológicos (los relativos a los valores) iban a caer en el vacío. El punto de partida de la crítica de Nietzsche a la cultura occidental tiene como modelo Alemania, la cultura en Alemania después de la guerra Franco-prusiana, Alemania vence, pero la victoria (1872) no significa una regeneración cultural. Esto molesta a Nietzsche profundamente, ya que esperaba un giro tras la guerra que nunca se produjo. No es de extrañar que cayese en la duda, y que sintiese que los pasos de Occidente no siguieran buen camino. Mirando a su presente sólo es capaz de ver unas nubes oscuras en el horizonte, una amenaza que se cierne sobre la cultura que ha sido incapaz de regenerarse a sí misma, una crisis radical de nuestro paradigma. Antiguamente no estábamos solos, gozábamos de una posición privilegiada en el cosmos, éramos centro de la creación y criatura privilegiada, hijos de Dios, semejantes suyos, copias de un original. El hombre, que al proyectar su imagen sobre el mundo se apoyaba en la tradición judeo-cristiana y la metafísica tradicional, que hasta ahora habían sido los faros que apoyaban el desenvolvimiento de nuestra cultura, el candil que nos iluminaba ante los nuevos problemas de toda índole (político, ético, científico...) se iba a apagar. El aceite de esa luz se iba a extinguir en un nuevo giro sobre nuestro puesto en el cosmos. Efectivamente, el siglo XX cumplió dichas espectativas, la primera y segunda guerra mundial pusieron de manifiesto ese vaciamiento de los referentes que hasta entonces nos habían servido. Un siglo de profundos cambios, el hombre da paso al relativismo y al escepticismo, en oposición a unas verdades reveladas y unos valores instaurados. Llegado el siglo XX hay un giro, todo se pone en duda y el hombre cae en el nihilismo a falta de elementos que nos orienten con suficiente solidez como antaño y dirijan nuestros actos. Por eso dice Nietzsche esa famosa expresión de " Dios ha muerto". Con esto apunta a un nuevo escenario, si ya no está Dios, los valores y referentes del mundo caen, ya no hay un vigilante, ya no hay una autoridad que nos guíe, el hombre se queda a oscuras en el mundo a falta de una referencia sólida como había sucedido en los siglos y épocas pasadas. La ciencia se erige como voluntaria para tomar el relevo de la religión, pero esta es cínica e incompetente para el área que extralimita el método positivo. Nietzsche con gran elegancia deja caer que la ciencia, que tuvo que soportar el yugo de la Iglesia y su persecución constante durante casi toda la historia, intenta ahora tomar ese papel que tanto había criticado, de árbitro de lo que debemos creer o no creer, resulta paradójico. Así el hombre cae bajo la sombra del nihilismo, ni religión ni ciencia son valederos de los referentes que necesitamos en un mundo horrible que el siglo pasado puso de manifiesto, y que si no cambiamos, volverán a aparecer en el siglo XXI. Según el autor,Occidente caerá en el nihilismo las dos próximas centurias. Es por eso que para entender el mundo postmoderno hay que entender a Nietzsche, él nos da las claves para ver que este no es el camino a seguir. Pero entonces, ¿Qué camino hemos de seguir? Si nuestra cultura desde Sócrates hasta nuestros días es un engaño, si los cimientos y el desarrollo histórico de Occidente ha estado mal interpretado desde los inicios, ¿por donde hemos de caminar?.


Si lo que esperamos encontrar es un manual de instrucciones donde Nietzsche nos diga lo que debemos hacer no lo vamos a encontrar. Es cada individuo el que debe hallar ese camino, pero tomando unos referentes que la cultura había intentado extinguir desde siempre. Nietzsche se remonta al pensamiento presocrático, hablamos del siglo VII a. C, en él la interpretación de la vida era más abierto y más pujante. Tomando las figuras de dos conocidos dioses, Apolo y Dioniso, intenta explicar que la vida es la mezcla de ambos. Apolo representa el orden, la rectitud, la luz transparente. Dioniso por el contrario expresa el placer, el desorden, el sentimiento de una vida creciente y cambiante. La mezcla de ambos da una visión cosmológica totalmente diferente a la conocida hasta ahora, una nueva matriz sobre la que gira nuestra integración en el mundo. EL papel del cuerpo se vuelve esencial, y ya no es portador de connotaciones negativas, ni corruptibles como se señaló en el pasado. Al cuerpo hay que escucharlo, pues mucho tenemos que aprender de él, de sus instintos, de su latir. Para Nietzsche la vida será vida siempre que se integren todos sus elementos, siempre que la queramos abrazar y querer como es, no como nos dicen ser, o como nos dicen que debemos ser. Dicho de otro modo, Nietzsche se sumerge en las aguas más profundas de nuestra existencia, y recoge de ella todos sus elementos, los buenos y los malos, el placer, el deleite, el desgarro, el odio, el sufrimiento, el crecimiento, la caída, la enfermedad, el triunfo, el despliegue de todas las fuerzas integradas en una misma olla. Aquí nos alejamos de la visión clásica, de que estamos aquí para ganarnos un paraíso, o que nuestra existencia es una prueba en un mundo lleno de penurias para luego alcanzar un paraíso idealista. Así podemos tomar como primer valor, la relación entre filosofía y vida, no de forma genérica sino concreta. La filosofía como valor de experiencias múltiples vividas en la intimidad del ser, "experimentamos con nosotros mismos", la filosofía se vuelve sobre sí misma, para que la vida no quedase ahogada por el saber. Nietzsche toma sus escritos como algo que constituye un elemento esencial de su propia vida, de mirar a sus entrañas y sacar de lo más profundo un pensamiento válido para la vida, no para grandes sistemas. Es la vida que el profeta Zaratustra define como "profunda","la fiel","la eterna","la llena de misterio" de la que siempre "tenemos sed y no nos saciamos". Así pues, como señala Luis Enrique de Santiago Guervós "en Nietzsche, su propia vida se convierte en un material para que el propio pensamiento lo cite, como el banco de pruebas en el que se van forjando sus pensamientos, de tal manera que él siempre encontrará en la vida un motivo para pensar".


Ya no debemos detener nuestra mirada ante la existencia como un tránsito a una existencia post mortem. No, la vida hay que tomarla con todos sus ingredientes, y desplegarnos en ella no desde una visión de recompensas más allá de la muerte, sino desde el presente, desde nuestro día a día, desde la propia intimidad de cada uno, porque la vida es lo que tenemos aquí y ahora, y hay que tomarla en su totalidad, sin miedos, hallarnos a nosotros mismos, dar testimonio propio de quién es cada uno, sin temor a lo que nos podamos encontrar o de lo que en nosotros pueda emerger. Ese es el camino a seguir, basta de criticar y reprimir las fuerzas, porque todo aquello que aminore el vuelo interpretativo de la vida (la vida de cada uno en todo caso) es cercenarnos los miembros, renunciar nuestras posibilidades existenciales más auténticas. Desde esta nueva perspectiva, debemos desenvolvernos, ser espíritus fuertes que no se acongojan ante las pruebas del destino, ser capaces de sobreponernos a las exigencias del mundo, no arrugarse y hacerse pequeños ante los problemas cotidianos que interfieren en nuestra vida, sino crecernos. Saltar los muros y franjas superándonos a nosotros, volar tomando la vida con todos sus elementos, los gratos y los ingratos, y nadar en la existencia con fuerza, tanto si el viento sopla a favor como si no lo hace, hay que sobreponerse, hay que vivir, vivir desde nosotros mismos, como seres auténticos, asumir como filosofía experimental nuestra propia vida. Así lo hace Nietzsche, y así hay que comprenderlo, él experimento en sí mismo, aspirando a la autocreación como obra de arte en su propia obra. No se trata sólo de sobreponerse al fuerte oleaje que nos agita en la marea de nuestra existencia, a nuestros problemas cotidianos, se trata de sumergirse en el conocimiento de la interioridad de nuestro ser, a no tener miedo de ser lo que somos, de arrancar de nosotros mismos una actitud de autenticidad, de no temer a desnudarnos, de pensar para nosotros y conocernos en nosotros sin temor a lo que puedan juzgar o reprimir. Por eso "no es tan importante descubrir en su filosofía una nueva visión del mundo, sino el camino que nos conduce directamente a ese mundo íntimo que constituye el fundamento oculto de toda estructura arquitectónica exterior, pues no es tan significativa la obra en sí, como el proceso que la genera" vuelvo a citar a Luis Enrique Santiago Guervós. Dicho de otro modo, no sólo debemos tomar el mundo en su totalidad, sino hacer de nosotros mismos un experimento, un exigencia para con el mundo, para desplegar las luces mas reconditas de nuestro ser, al margen de categorias históricas y culturales que puedan llegar a deformar lo que verdaderamente somos. Porque lo que cada uno es, es algo que cada uno tiene que descubrir, es el desvelo de la identidad personal, que no se debe amedrentar por lo impuesto, por lo dado.

Una persona que salte las barreras, que viva con riesgo, sin miedo al perecer, una persona activa, fuerte, que genere sus propios valores, saltará sobre sí misma, se superará, brillará con mas intensidad, que no tiene que ser precisamente con más luz. El hombre que así lo hace tornará en el "superhombre". La traducción más certera no es la de un superhombre que aplaste al resto, como lo pudo entender el nacional socialismo u otras corrientes que tomaron lo que quisieron de este autor tan controvertido, sería más bien "autosuperación del hombre" que el hombre se supere a sí mismo, que el hombre como decía él llegue a "ser lo que es" una nueva visión de la humanidad que no tiene miedo a vivir, ni de reprimir sus instintos, ni tiene necesidad de una seguridad perenne como nos intentar inculcar la sociedad actual. El superhombre servirá de referencia para que otros vean su espíritu fuerte, su cuerpo fuerte, su aceptación total de los elementos expuestos por la naturaleza. El superhombre no tiende la mano, no es solidario, no busca el igualitarismo, observando su potencia nos animará a actuar como él, ansiaremos ser valientes y duros, a modo de la aristocracia griega que veía el mundo como una tragedia feliz. Mientras no busquemos ni hollemos la realidad con ese espíritu seremos flacos, castrados, ovejitas que temen de su existencia. Nadie nos va a decir lo que debemos hacer, hay que actuar desde nuestro propio requerimiento personal, no doblegarse al pensamiento de otros, tirar del carro por nuestro camino, instaurar nuestros propios valores, eso es lo que forja el super hombre. Ya no hay manual de instrucciones, sólo cabe tirarse a la piscina (fuera y dentro) y atreverse a nadar. Ya no hay seguridades firmes, ¡qué fácil es dar un paso sobre piedra segura!. El filósofo del futuro no intentará convencer a la gente de que piense como él, cada uno debe pensar por si mismo y actuar en consecuencia. No habrá cartelitos diciendo que todos debemos de pensar como él, no hay pretensiones de universalidad en su discurso. Sólo quedamos nosotros con nuestra persona, nuestra búsqueda, nuestro camino. En este punto los nihilistas son los otros,los que viven ignorantes y desencantados de la existencia superflua, fácil, condenable y dada.
Hasta aquí llegamos a un punto muy interesante, ¿quién es capaz de hacer esto en el mundo actual? ¿quién está preparado para salir de esta anestesia social y de medios con una maquinaria tan eficaz como la que están actuando? ¿Quién es capaz de tornar los valores sobre los que hemos crecido e instaurar con solidez los propios, a través de esfuerzo, sacrificio, vida y más vida? ¿La alta cultura? ¿Los eruditos? ¿Quién no desea una vida perdurable y eterna? ¿Quién es capaz de llevar un proyecto de vida tan magnífico y vigoroso? en definitiva, ¿quién es capaz de escapar al nihilismo y subir a flote, sin ahogarnos o quedarnos en las profundidades? No lo sé, y pensaré sobre ello porque sigue siendo una pregunta de difícil respuesta. Acabar con una cita Spinoza, al que tanto admiro "todo lo excelso es tan difícil como raro". Y no podía ser de otra forma, porque un proyecto de tal envergadura no puede ser tan sencillo de lograr.