miércoles, 25 de agosto de 2010

Apuntes de batalla.



La educación y la formación son el asunto que más urge corregir en nuestra decadente sociedad.

Nuestro lenguaje está enfermo, si quieres cambiar la realidad empieza por el lenguaje.

La apariencia es algo de lo que no se puede escapar, sé consciente de su presencia.

Madurar implica renunciar.

La realidad es jodidamente dura, inenta al menos que sea honesta.

La felicidad suele ser efímera, generalmente asociada a los sentimientos.

Hoy en día hay abundancia de miseria y miseria de abundancia.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Matrix, Platón y Schopenhauer.

Todo el que me conoce sabe que adoro los relatos de ciencia ficción, un género cuya fecundidad me seduce en sus proyecciones sobre la condición humana o posthumana. Matrix, de sobra conocida por todos, es una obra metafísicamente conservadora, con tintes de misticismo, el problema de la realidad aparente y la dualidad mente y cuerpo. Desde el comienzo de Matrix es ineludible pensar en la caverna platónica. La condición humana, prisionera de imágenes, esta vez en un mundo virtual.

Como en el caso platónico, el conocimiento de lo real implica un acto ruptura, de violencia, de un salir a la superficie para contemplar cara a cara lo real. Encontramos diferentes afinidades en ambos relatos, pero el desenlace difiere notablemente. Mientras en la caverna es un demiurgo cruel el que nos mantiene prisioneros, en la película la desdicha humana viene causada por las máquinas. Estas  nos usan como fuente energética,  y es plausible pensar que prescidan de nosotros algún día. En ambos relatos estamos prisioneros, pero en el último es la propia tecnología la que nos encierra y nos utiliza a modo de esclavos. En el caso de Platón, la salida del mundo de las imágenes era contemplar el sol cara a cara y la idea de Bien, mientras que en Matrix la salida al mundo real es desierto, como dice Morfeo "bienvenido al desierto de lo real". La realidad en Matrix no es más que ruina, un mundo cruel sin luz, un enorme estepa de arena y rayos. La realidad es dolor y sufrimiento por un lado, y por otro es maya, ilusión. Las máquinas utilizan a los seres humanos como pilas energéticas, programándoles una realidad aparente, en la que supuestamente viven. Pero cualquier salto fuera de Matrix es una salida al desierto, a la crudeza de un mundo destrozado y sin luz. Schopenhauer y su concepción del mundo como voluntad (dolor), aparecen cuando la realidad se desnuda de maya, hay un desierto que crece marcando la descomposición del mundo platónico. El traidor, Cifra, lo sabe: "¿Sabes? Sé que este filete no existe. Sé que cuando me lo meto en la boca es Matrix la que está diciendo a mi cerebro: es bueno y jugoso. después de 9 años, ¿sabes de qué me doy cuenta? la ignorancia es la felicidad.". Él conoce los dos mundos y elige Matrix, no quiere salir, no quiere ser salvado, y lo afirma rotundamente saboreando un filete que de sobra sabe que es no existe. A él lo real le importa un bledo, no soporta la realidad de nuestra posición en el cosmos, cuyo final no demasiado feliz, más bien apocalíptico, de refugio en las imágenes, muy típico de las sociedades actuales.

La metáfora que extraigo de todo ello viene a tono con los discursos de la postmodernidad, de que lo que hay ahí fuera ya no es la idea salvífica de plenitud, sino la posibilidad de poder escapar de nuestra propia condición humana, que se proyecta sobre una larga y áspera estepa, un horizonte de la nada, un pozo que hemos cavado y del que tenemos que salir, aceptar o transformar. El hombre se encuentra solo, ante la mirada de sí mismo, cuyas respuestas son las que ahora intentamos desentrañar, de momento, sin demasiado éxito, pues todavía hoy guardamos una gran incertidumbre de nuestro propio devenir. Platón lo esbozó, Schopenhauer lo bañó de crudeza, la pelota ahora está en nuestras manos.

martes, 10 de agosto de 2010

Al borde del abismo.


Nos encontramos al borde del abismo. En mi humilde opinión la situación política y geofísica apuntan al desencadenamiento de una guerra inminente a escala global, entre otras cosas porque la tecnología lo permite. No porque se produzca en todas y cada una de las partes del globo, sino que prácticamente la totalidad de los países tendrá que tomar partido. Los indicadores de alarma van en aumento, pero claro, hoy en día no está bien visto políticamente ser alarmistas, así que la mayoría lo ve lejano e improbable. Han pasado unos cuantos años desde el fin de la segunda guerra mundial, demasiados me parece a mi. La diferencia actual estriba en que numerosos países tienen capacidad atómica, y muchos de los que la poseen quieren un trozo más grande de un pastel que se reparten entre muy pocos. A ello hay que sumar la polarización de los discursos que se dan entre culturas totalmente enfrentadas en un contexto de globalización planetaria bastante pobre y desigual. No quiero ser pesimista ni alarmista, pero cuando uno lo ve venir con cierta claridad ignorarlo sería de necio. India, Pakistán, EE.UU., China, Rusia, Corea del Norte, Irán, Israel... Están acumulando armamento atómico con inversiones multibillonarias, alimentando una carrera armamentística cada vez más sofisticada y de mayor alcance destructivo.

Hablaba con mi amigo Jorge de que un submarino ruso de la clase Typhoon es capaz de lanzar un misil de 100 megatones (99 veces mayor que la bomba de Hirosima) a una distancia de 8.000 km y bajo el fondo del mar. La capacidad logística y estratégica ha mutado hasta tales extremos que nos costaría imaginar el desenlace de  un conflicto bélico de tales dimensiones. Eso sin contar con las nuevas armas secretas desarrolladas por los departamentos de defensa de múltiples países. Todavía no se ha agredido con una bomba H a ninguna nación, cuyo alcance destructivo roza el de los jinetes del apocalípsis. La situación es realmente penosa, estamos al borde del abismo. El intento de igualar las economías mundiales, de terminar con el hambre, y en definitiva, tomarse en serio el desarrollo humano nunca ha estado en las agendas de los países poderosos. El caso de África es claro, la técnica y la ciencia se eregían como salvadoras planetarias, pero el desarrollo no ha sido dirigido para subsanar las necesidades básicas más urgentes de un continete que agoniza desde hace siglos.

 Por desgracia la ciencia no investiga lo que le da la gana. Gadamer ya señalaba que todo desarrollo esta empujado por motivaciones políticas, económicas y fuentes de poder que se han esforzado más en crear un album de aparatos para satisfacer el ocio occidental, que invertir en un verdadero esfuerzo humano en subsanar las dolencias de la madre Tierra en su conjunto. Esperamos con ansias la I-pad, los nuevos vehículos y las modas venideras para estar más alienados e ignorar los asuntos más relevantes. No penseís que es casualidad, es fruto de las directrices tomadas por las elección de un modelo productivo fallido. Se sabe, pero no se hace nada. Las potencias siguen queriendo poder, nos han vendido de que somos la sociedad más avanzada del historia de la humanidad, cuando es evidente la falta de compasión de los bloques que dirigen la mayor parte de las decisiones que afectan a la humanidad. Podría seguir escribiendo datos, síntomas a todos los niveles que respaldan lo que digo, pero no me quiero enrrollar, creo que lo fundamental de la entrada está dicho. Buenas noches y buena suerte.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Naturaleza y gilipoyez.


El ser humano siempre ha tenido que hacer frente a los avatares de la existencia. En los comienzos buscaba agua y alimentos en un medio hostil, la naturaleza. La naturaleza se rebelaba como oposición a superar, nos dábamos de tortas por conseguir buena caza y sobrevivir en el entorno. Pero esa naturaleza que marcaba los pasos evolutivos de la raza humana ha cambiado de papel, ya no nos integramos en natura, ahora nos integramos en la urbe. Marcados por el desarrollo tecnológico y político, hoy en día nuestra supervivencia y adaptación al medio pasa por ir al supermercado, en lugar de cazar, pasa por tener permiso de residencia y seguridad social,  pasa por adaptarse a una burrocracia y el pago de impuestos, en definitiva, pasa por la adaptación de unas leyes y costumbres marcadas por pautas humanas. Ya no se hace frente a lo natural, al medio que nos rodea, ese medio ahora somos nosotros.

Es muy diferente, por lo que vemos, la situación en la que estábamos y en la que estamos. La naturaleza no pregunta, actúa y se desenvuelve, pero en el caso de los hombres no ocurre así. Las normas, las pautas, las formas de vida del hombre occidental son puramente humanas, humanas demasiado humanas, fruto de la cultura y las creaciones, lo cual, si se piensa fríamente es aterrador. Es aterrador porque es el hombre el que se enfrenta a sí mismo hoy en día, es aterrador porque todo tipo de empobrecimiento e inadaptación al nuevo medio viene señalado por una cultura en decadencia, con demasiados agujeros, incompleta, cruel, donde no se intenta velar por la felicidad, sino que todo se convierte en una lucha de competencia y eficacia, productividad y gasto, las nuevas pautas de adaptación pasa por ser partícipe del engranaje en que vivimos.
Si dominar la naturaleza nos llevó siglos, dominar al hombre a día de hoy es tarea de locos. La historia nos enseña que toda época ha tenido sus dificultades, pero hoy en día ya no temo a un tornado o a una peste, lo que me preocupa es que se tiren 200 cabeza nucleares en el planeta, legitimado por una ostentación de poder irracional.

Mi propuesta para no volverse loco es la siguiente. Trasciende y reflexiona, decide, sino otros lo harán por ti.
Ignora por completo los criterios estéticos instaurados por la publicidad y la televisión, son modelos de vida falaces y simplones. Lee, cultiva tu espíritu, aléjate de lo calculador, de las mentes de rueda y de metal, en la vida hay muchas cosas no dichas, y otras no se dirán jamás, intenta descubrirlas. Ten confianza en tí mismo, cuida de tus amigos y aprende a reír.

martes, 3 de agosto de 2010

Empezar de cero.



En ninguna otra época como en la nuestra se abre la posibilidad de empezar de cero, de iniciar. Hoy en día una persona es capaz de rehacer su vida con más plasticidad y posibilidades que en ningún otro tiempo. Las sociedades actuales ponen de manifiesto que podemos cambiar de trabajo, de lugar de residencia, de pareja... Y casi cualquier actividad que implique empezar de cero es factible. Puedes dejar la carpintería y aprender japonés, puedes divorciarte y rehacer tu vida, puedes irte a vivir donde llevas años queriendo escapar, puedes hacer amigos de china desde tu casa... Las causas que facilitan ese inicio son múltiples y de difícil precisión, lo que está claro es que las velocidades vertiginosas en las que funciona el mundo occidental favorece dicha disposición a comenzar de nuevo.

Evidentemente esto no significa que sea fácil, o que tengamos los medios necesarios para realizar esos cambios, ya sea por dinero o por compromisos que nos atan, pueden darse situaciones que nos entumezcan y nos obliguen a fastidiarnos y a dejarlo todo en un bonito sueño. En este sentido me gustaría señalar que aunque muchas veces son necesarios bienes materiales para llevar a cabo un cambio, la gran mayoría de las veces no es tanto el dinero y las facilidades que este nos puede otorgar lo que nos detiene, sino nuestros miedos.

El miedo paraliza, el miedo te constriñe, el miedo acosa a tu "yo" y lo deja sin armas, dinamita tu estima personal y acaba por paralizarte. Si veníamos hablando de la ventaja de empezar de cero con garantías de reconstruir nuestra vida, es algo que no podemos llevar a cabo si no nos queremos a nosotros mismos. Me fastidia llegar de nuevo a este punto al que tantas veces he llegado en mis entradas, pero es que el A, B, C de la psicología y el núcleo de muchísimos pensadores empieza siempre por ahí, por quererse a uno mismo. Si no te amas a ti mismo difícilmente podrás querer a otros, y en ello reside la fuerza y la energía necesaria para afrontar una vida que en algún momento acaba por mostrarnos su cara más oscura. Como vemos, de poco sirve tener esa posibilidad de inicio enfrente si no somos capaces de movernos, así seremos incapaces de resetearnos. Pero la posibilidad esta ahí, existe y es factible, nunca fácil. No es fácil el comienzo, no es fácil mirar atrás, ver el camino recorrido y lanzarse a caminar por un nuevo terreno, no es fácil reconstruir, no es fácil crear y elegir los elementos necesarios para llevar una nueva vida razonablemente feliz, da pereza y tampoco es nada fácil saber lo que uno quiere. Mucha gente pelea durante largo tiempo por un motivo que alcanza y siente que no era eso lo que buscaba.

Pero el viaje y la búsqueda merecen la pena, la felicidad es demasiado preciada como para ser un camino de rosas, sino el mundo no estaría tan enfermo. El valor de comenzar de cero existe, pero exige partirte la cara, como por todo lo que guarda realmente algún significado de valor. Aquí no hay garantías de éxito, no hay seguridad, la vida nunca se deja coger totalmente por el cogote para satisfacer nuestras peticiones, sólo el arrojo, la fuerza, la valentía y el amor a uno mismo es capaz de elevarnos sobre el miedo, que permite después de una larga lucha aprovechar el valor de inicio. Acabo con la frase que siempre me decía mi amigo Emmanuele Pedutto ;"¿Y si no tuvieras miedo?" Aprende a reír, aprende a buscar.